junio 26, 2010

Paternidad Responsable

QUINTA PARTE: EDUCAR CON EL EJEMPLO

Haz una lista de actividades que sueles hacer diariamente y te darás cuenta de que la mayoría de ellas son una costumbre y que no podrías abandonarlas fácilmente. A esas acciones que repetimos de la misma manera y en el mismo orden las llamamos hábitos.

Formar hábitos significa enseñar a los hijos a satisfacer sus necesidades de acuerdo con cierto orden y determinada organización. Para formar hábitos hay que decidir y fijar con anticipación la manera en que se harán las cosas, el lugar y la hora. Los hábitos se forman por repetición, son como un lazo formado por varios hilos.

Si alguien realiza una acción sólo una vez, el hilo se corta muy fácilmente. Al repetirla durante una semana se precisa más fuerza para romper siete hilos juntos. Y después de tres meses, romper la cuerda le costará mucho trabajo. Así son los hábitos.

Los hábitos facilitan la vida pues no tenemos que pensar y decidir cada acción. Al principio, para establecer el hábito, necesitamos poner mucha atención, pero después hacemos las rutinas de manera natural, sin esfuerzo. Hacer algunas cosas por costumbre, nos permite utilizar la energía en actividades más interesantes, divertidas y creativas.

Cuando se vive inmerso en las ocupaciones laborales, la presión económica, la tensión familiar, etc., nos acorralamos de tal forma que todo cuanto debemos realizar bien lo realizamos frecuentemente mal.

Es el caso de la formación de hábitos en la familia, no se puede habituar a los hijos en algo cuando no se ha podido realizar de manera personal. Necesariamente debemos habituarnos nosotros para poder invitar a hacer lo propio a los hijos. Si eres de los que al llegar a tu casa se sienta frente al televisor a ver el fútbol, no dudes que tus hijos harán exactamente lo mismo.

Cómo podrías llamarles la atención si no les ejemplificas o haces algo por ellos. Siéntate frente al televisor, acompañado de una buena cerveza, y tendremos por consecuencia a un futuros hijos que al llegar a su casa le exigirán a la mamá de comer, de beber y de todo cuanto esté al alcance de sus padres.

De esta forma, constantemente nos olvidamos de habituarnos nosotros mismos en algo y queremos que nuestros hijos lo hagan, cuando no hemos sido ejemplo para ellos.

 

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