diciembre 15, 2010

¡Fiesta del SPB!

Están todos invitados a pasar una noche súper entretenida y de paso a ayudar a que el taller siga creciendo. Será este viernes 17 de diciembre a partir de las 22.30 hrs, más información aquí.

La entrada tendrá un costo de $1.000 ¡sólo mil pesitos! Además se venderán vasos con hielo a $150.

No esperes a que te lo cuenten, tienes que venir, aportar y divertirte.

 

SPBFlyer

diciembre 11, 2010

¿Es sana la entretención de los niños?

Uno de los principales pasatiempos de los niños es ver televisión. Los dibujos animados son los preferidos por todos: Pokemón, Dragon Ball, Naruto y cualquier serie japonesa es pasatiempo obligado para cada joven chileno. Ahora bien, ¿cuál es el contenido que están viendo? ¿Es bueno que sean testigos de tanta violencia a tan corta edad?

Un estudio del Consejo Nacional de Televisión (CNTV) acerca de la programación infantil de Chile, arrojó que en siete canales de televisión abierta hay una “representación manifiesta de una amenaza inminente de uso de la fuerza física”, concluyendo que hay un 63% de presencia de violencia en nuestra programación.

Podemos pensar que los canales usan la violencia en los programas infantiles para atraer más público, y está claro que eso es lo que logran, pero no se dan cuenta de las consecuencias que existen. Tal es el caso reciente de un adolescente de 16 años, quien mató a su hermano debido a una pelea producida por un video juego. ¿Cuál es la influencia de los medios en estas conductas? ¿Es necesario para la industria incluir violencia?

La necesidad de incluir la violencia en la programación no es sólo un caso que se vea en Chile donde en los canales nacionales abiertos se puede ver un 76% de programas con contenidos violentos, sino que en la televisión pagada un 60,4% de la programación infantil representa algún contenido violento. Dentro de esta categoría, Discovery Kids se presenta como el canal con mayor programación blanca, con un porcentaje de violencia de un 3,4%, mientras que el peor evaluado es el canal Jetix, que presenta un 100% de contenidos fuertes en sus programas.

El hecho de que la educación esté presente en nuestra programación destinada a los niños, no debe relajarnos de la amenaza de la violencia, ya que sin duda es mucho más atractiva y va a existir siempre debido al éxito que trae para los medios. Es mucho más atractivo para un niño hombre de 12 años ver un programa de luchas y acción, a ver un canal donde los programas  transmitan enseñanzas valóricas.

Es inevitable que la violencia se transmita en los canales, por lo que la labor principal para evitarla o para que sea bien tomada por los menores recae en los padres, quienes deben velar por la salud mental de sus hijos, y evitar que se produzcan hechos lamentables como el enfrentamiento de dos hermanos que terminó con la muerte de uno de ellos.

Si los programas son atractivos, significa una entretención para muchos niños que no van a tener problemas mientras no  incluyan la violencia en sus vidas, ni repitan lo que ven en un mundo que no existe.

Por Trinidad Pérez

Artículo publicado en el blog del curso Economía de Medios de la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes.

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noviembre 30, 2010

¿Qué es lo bueno y qué es lo malo?

Con el despertar de la razón nace también la conciencia moral. Entre los 8 y 12 años los niños son especialmente sensibles para asimilar personalmente los criterios morales y para descubrir qué es lo bueno y qué es lo malo, y actuar en consecuencia.

Para los niños el bien y el mal es lo que sus padres llaman así. Sin embargo, en la adolescencia los padres dejan de ser el único referente moral de sus hijos y si éstos no saben por qué los actos son buenos o malos, pueden desorientarse. Por eso es que entre los 8 y 12 años es una edad clave para ayudar a que cada hijo asuma personalmente los criterios morales que entregan los padres.

Ésta es una etapa aparentemente fácil en cuanto a la educación moral, pues los niños pequeños tienden a portarse como se espera de ellos, a obedecer reglas porque sí, a no cuestionar lo que los mayores señalan como lo bueno y lo malo. Sin embargo, aprovechando la autoridad moral de los padres es que hay que desarrollar en ellos una “inteligencia moral” con la cual hagan propios los criterios enseñados.

El despertar de la conciencia
Al llegar a los ocho o nueve años, se produce un gran desarrollo en el sentido moral de los niños. Esto se debe, en primer lugar, al desarrollo de su inteligencia y a su creciente poder de interiorización, es decir, de asimilación de lo que ven y de lo que se les dice.

Además, a esta edad crece su participación en nuevos escenarios y papeles: van al colegio, entran en un club, participan en el coro; son más independientes y autónomos. Empiezan entonces a sopesar y analizar los motivos y las consecuencias de sus acciones y sus conciencias se tornan más coherentes. Finalmente, a esta edad los niños desarrollan la capacidad de considerar varias alternativas para resolver un problema y pueden mirar las cosas desde el punto de vista del compañero o del amigo.

Considerando su etapa de desarrollo y sus nuevas habilidades y capacidades, es posible educar la formación de su conciencia moral en diferentes aspectos:

Las reglas
A esta edad, a los niños les gustan mucho las reglas y normas, pues notan que son necesarias y que hay que vivir conforme a ellas. Incluso las aplican con gran rigor en sus juegos. Para potenciar esto, debemos en primer lugar esforzarnos por cumplir nosotros también las reglas de la casa y las normas cívicas. El ejemplo es gran formador de la conciencia: si hay que hablar corto por teléfono por si alguien trata de llamar, ¿por qué la mamá habla taaaan largo? Si en la casa hay que cuidar las cosas ¿por qué el papá pone los zapatos sucios sobre el cubrecama? ¿Qué ven los hijos cuando la mamá estaciona el auto en un lugar exclusivo para inválidos?

Además del ejemplo, hay que explicar algunas de las reglas que tiene la familia, tanto las de convivencia -puntualidad a la hora de comer, por ejemplo- como las morales -en la casa no se habla mal de nadie. De esta forma el niño las entenderá y, por tanto, se sentirá obligado a vivirlas.

No hay que olvidar que los pequeños retos apasionan a los hijos de esta edad: ellos quieren actuar bien. Con un poco de motivación, podemos aprovechar esa característica para que adquieran buenos hábitos, como ponerse a estudiar a la hora, decir siempre la verdad, ordenar sus cosas, ser respetuoso.

Cuando en la casa la disciplina y exigencia van acompañadas del ejemplo y el cariño, los hijos asimilan personalmente los criterios familiares y las enseñanzas morales. Si por el contrario abundan las amenazas, se exige una obediencia a ciegas o se nota una incoherencia entre lo que se hace y lo que se exige, al llegar la adolescencia esas normas y reglas serán puestas en tela de juicio.

La edad de los por qué
Desde que nacen, empezamos a enseñar buenos hábitos a los niños (sería absurdo pretender que sean sinceros sólo cuando comprendan por qué deben serlo, sin haberlo ejercitado nunca). Pero a esta edad podemos ir explicando por qué son buenas o malas determinadas conductas.

Y es que si hasta entonces nos impresionaba la cantidad de “por qués” que surgían de los niños –por qué se esconde el sol o por qué se murió el abuelo-, ahora es el momento para que los padres entreguemos nuestros propios “por qués” a los hijos en casos concretos como: por qué no se puede copiar en una prueba o por qué hay que devolver lo que le sacaste al compañero.

Esos “por qués” también hay que entregarlos en materias delicadas como por qué defendemos el derecho a vivir de un niño no nacido, por qué los hijos necesitan nacer de un matrimonio y no de padre o madre solteros, por qué la mujer debe ser fiel a su marido y viceversa, etcétera.

También hay que considerar que los niños pueden juzgar el valor moral de un acto por su aspecto exterior o por su resultado moral. Por tanto, para formar su conciencia es preciso hacerlo remontar hasta la intención, pues es ahí, más que en el aspecto o en las consecuencias, donde reside la moralidad de un acto. – Rompiste ese plato: ¿Por torpeza? ¿Por rabia? -Acusaste a un compañero de copiar en clase: ¿Por gusto de ver como lo castigaban? ¿Por amor a la justicia? ¿Para que no vuelva a hacerlo? – Mentiste: ¿Por broma? ¿Para evitar un castigo? ¿Para darte importancia? –Desobedeciste: ¿Porque no oíste? ¿Porque se te pedía algo demasiado difícil? ¿Porque te crees mayor para estar obedeciendo?

Los modelos
Los niños también regulan su conducta según lo que observan: al juzgar comportamientos de otras personas (principalmente de sus padres y profesores) se van formando una idea de lo que es bueno y lo que es malo. Los juicios de valor emitidos por los padres, sobre todo si son repetidos con frecuencia y confirmados con el ejemplo, se graban en la conciencia del niño. De aquí la fuerza moral del ejemplo de los adultos y en especial de quienes tienen autoridad sobre ellos.

Además, los niños empiezan a compararse con compañeros y amigos y tienen la capacidad de ponerse en el lugar de los demás. Por eso, sin criticar a sus amigos, hay que señalar qué es una buena amistad, cómo los amigos ayudan a ser mejor y cómo se puede ayudar a los amigos. Asimismo, muchas veces se les puede pedir que piensen cómo les gustaría que actuaran con ellos... y actuar en consecuencia.

Es también la edad de los ideales, en que se sienten atraídos por “héroes”, especialmente por los que encarnan valores como la valentía, la nobleza, la amistad. De ahí la importancia de ofrecer buena lectura y películas, y de conversar sobre los nuevos ídolos que ensalza la televisión, el cine y la música. El hijo tiene la capacidad de separar lo que, por ejemplo, puede ser una buena cantante, de sus comportamientos no siempre tan “buenos”.

La propia iniciativa
Para fomentar el crecimiento personal del hijo, hay que darle la oportunidad de pensar, decidir y actuar libremente. Se le puede ayudar a considerar distintas posibilidades, hacerle ver las consecuencias de cada una de ellas y luego asumir responsablemente su decisión. Esto sucede al planificar su estudio o al decidir integrarse a un club o equipo deportivo o al aceptar una u otra invitación de amigos.

Si se les ha ayudado a formar su conciencia -recta y segura- y los criterios morales los ha asumido como propios, es hora también de que desarrollen una mentalidad crítica. No se trata de cuestionar todo porque sí, pero tampoco de aceptar todo sin más. En esto ayuda mucho la conversación sobre sucesos del día: ¿tú que crees?, ¿qué opinas sobre eso?, ¿qué habrías hecho tú?

Finalmente, hay que saber que a esta edad surge en los niños un sentimiento de vergüenza al saberse juzgados por los demás o de miedo al ridículo o a la crítica de los amigos o compañeros. Es momento de enseñar a superarlo, para que sea capaz de tomar decisiones libremente, es decir, sin que se vean afectadas por el qué dirán de los demás. Si no se ayuda a no hacer caso del qué dirán ahora, en la adolescencia tendremos niños inseguros, que dependerán de la aprobación total de sus pares antes de hacer cualquier cosa: desde comprarse un par de zapatillas, ir o no ir a determinadas actividades, o tomar o no alcohol.

Los eslogans
Al acercarse a la adolescencia, los hijos pueden hacer eco de algunos falsos eslogans que abundan en una sociedad en que domina el egoísmo, en que todo suele ser relativo. Hay que demostrarles la falsedad de frases como “ojo por ojo, diente por diente”, “vale más ser ladrón que robado”, “el éxito es de los sinvergüenzas” o “piensa mal y acertarás”.

La inteligencia moral
Ya nadie considera la “inteligencia” así, a secas, o como sinónimo de coeficiente intelectual. Podemos encontrar inteligencias múltiples y la necesidad de equilibrar las emociones con el conocimiento mediante la “inteligencia emocional”. Ahora se ha dado un nuevo paso: para educar integralmente no basta con saber cómo funciona el cerebro o la dinámica de las emociones; es preciso conocer dónde está el bien y ponerlo en práctica. Al hablar de inteligencia moral, la inteligencia ha de servir para, ante todo, conocer el bien.

Adaptado del artículo de Josefina S. Lecaros de la revista Hacer Familia Chile

 

noviembre 11, 2010

Paseo a la Torre Telefónica

El pasado Viernes 5 de Noviembre algunos niños del taller asistieron a la Exposición Entrever, ubicada en la Torre Telefónica. Los tíos se organizaron y el paseo resultó todo un éxito!

La exposición se basa en la historia de Pablo Walker, un artista que recorrió Chile pidiendo a la gente fotos que llevaran en sus billeteras. Luego, las plasmó en unas cerámicas y las expuso juntas, logrando que por un lado se vieran todas las caras y por el otro un gran rostro a partir de distintas texturas y colores.

Los niños pudieron repetir la experiencia en su visita a la exposición. Llevaron fotografías de sus familiares o amigos y éstas fueron plasmadas en un papelógrafo, que ahora colgamos en el mural del colegio para que todos lo vean.

Los invitamos a revisar lo que hicieron los niños y a visitar la exposición que estará hasta el 21 de noviembre. ¡Vale la pena!

 

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noviembre 05, 2010

Francisco Jélvez… a Sudáfrica!

Noticia publicada en El Mercurio el pasado 14 de octubre de 2010

Alumno de 8vo del Colegio Manuel Rodríguez

Noticia Francisco Jélvez

noviembre 01, 2010

La verdadera autoestima

Es común que las personas se cataloguen con una baja o alta valoración de sí mismas según lo que son capaces de hacer o demostrar. Esto tiene el gran riesgo de limitar cualquier posibilidad de superación y no potenciar otras fortalezas.

Porque la palabra autoestima ha sido usada como el “perfecto” comodín para explicar los más variados comportamientos, es que urge conocerla en su dimensión más profunda. En general, es común que las personas tiendan a catalogarse con una baja o alta valoración de sí mismas según lo que son capaces de hacer o demostrar. Esto puede llevar a perder de vista que el gran valor del ser está en el sólo hecho de existir. Eso, padres, profesores y educadores, jamás lo pueden olvidar.

Hasta antes de los años 70 la autoestima era un concepto que la psicología aún no había descrito. Hoy, apenas 40 años después, la idea de la valoración que cada uno tiene de sí mismo es una terminología que invade los hogares, las salas de clases, los lugares de trabajo… dándole un uso cotidiano que muchas veces no refleja lo profundo que es su significado.

La real trascendencia
El autoconcepto se refiere a cómo se define cada persona, es decir, “quién creo yo que soy”. De aquí deriva luego la autoestima, que se refiere a la valoración de uno mismo, es decir, “cómo yo valoro quien creo que yo soy”. Bajo estas dos definiciones, se puede concluir que las personas que creen que son valiosas van a tener una mejor salud mental, funcionarán y rendirán mejor en sus vidas.

Esto suena lógico y razonable, pero se presta para olvidar el valor de la existencia. ¿Por qué? Porque bajo una mirada poco profunda y utilitarista, ¿qué pasa con la valoración de las personas que, por ejemplo, son sordas, ciegas, tienen un retraso mental o una deformación?

Es clave entender que ni ver, ni oír, ni la belleza, ni la inteligencia… son importantes, pero que sí lo es la existencia. Es decir, la gran valoración debe centrarse en el hecho de existir. Todos valen. Literalmente no hay nadie que quede afuera: el alcohólico, el drogadicto, el bueno, el malo y el flojo… todos valen.

Se puede definir la autoestima como la profunda convicción personal de ser amado por sí mismo, con independencia de lo que sea, tenga o parezca. La autoestima es la capacidad que le permite a las personas experimentar el valor intrínseco que en sí mismas tienen.

En conclusión, el gran error es entender este concepto como la valoración de uno mismo porque “sirvo para algo”. Si es así, entonces somos seres instrumentales, y vidas, por ejemplo, con un serio defecto físico o mental, no valdrían. La autoestima desde el punto de vista utilitario es falsa, no sirve.

El desarrollo de la autovaloración
Entendiendo bien la verdadera dimensión de la autoestima es posible conocer aspectos de su evolución y desarrollo. Los primeros pasos de valoración que el bebé tiene de sí mismo los obtiene de la relación de apego con sus padres. Es muy básico y el niño empieza a sentirse agradado o desagradado, porque lo cuidan, lo abrazan, lo mecen, o bien porque no lo hacen.

Cerca del año y medio surge la idea del yo. El niño se da cuenta de que es alguien y quiere hacer sus cosas. Es la edad del “yo solo”, “yo puedo”. Con esto el concepto de sí mismo va creciendo cada vez más.

A partir de los seis años, los niños se definen según cómo hacen las cosas. Entonces es común que se autodescriban diciendo: yo soy bueno para las matemáticas o soy malo para el fútbol. A esta edad corresponde que así lo hagan, pero que esta mirada utilitaria permanezca hasta la adultez es grave y penoso, pues no se puede reducir de esa manera a las personas.

En todo este proceso, si el niño tuvo la suerte de ser capaz de hacer la mayoría de las cosas bien, es lógico que tenga una buena autoestima. Si por el contrario, efectivamente el niño se da cuenta de que hace muchas cosas mal, es igualmente lógico y normal que se valore poco. En este caso, ¿qué se hace?

Construyendo la autoestima

1. Todos valen
Alimentar en los hijos, en los alumnos y en todos quienes nos rodean, la idea de una existencia que es valiosa en sí, sólo por existir, es lo que ayudará a no desmoronarse cuando no se hacen las cosas con éxito. Por difícil que parezca entender, es fundamental interiorizar la idea de que en la repartición de dones hay justicia y que nadie queda sin nada, aunque a ojos del mundo parezca lo contrario. La sólida y robusta convicción de que se es querida por sí misma lo que más fortalece la autoestima en una persona.

2. Todos pueden
Si un niño es tartamudo, gordo, disléxico, desordenado, descoordinado... no puede tener una buena autoestima. Sin embargo, si sus padres y adultos que lo rodean tienen claro que las personas no se definen por el hacer y se encargan de demostrárselo, finalmente ganan y ese niño sale adelante. Esto se logra ayudando a los niños a autoconocerse, de manera que sepan que aún pensando que se tiene lo mínimo, siempre hay algo por qué valorarse.

Si no hay conocimiento de sí mismo es imposible en la práctica asumir la dirección de la propia vida. Por ejemplo, una niña con una baja autoestima física debe ser ayudada a quererse porque tiene un cuerpo que respira y tiene energía. Y así con el disléxico, el tullido, el tímido, etc.

3. Todos somos distintos
Un sano realismo es mucho más efectivo que la falsa idea de que hay que estar alimentando la autoestima de los hijos, incluso engañándolos. Si un niño es malo para el fútbol, lo más probable es que esté plenamente consciente de ello y no porque le digan 500 veces que es bueno va a mejorar.

Por el contrario, es conveniente que los padres lo sitúen en su realidad y le ayuden a hacer todos los esfuerzos, que seguramente serán el doble que el resto, para lograr, por ejemplo, patear derecho y formar parte del equipo del colegio, aunque sea de suplente.

Es importante enseñar a distinguir la diferencia que hay entre limitaciones y problemas. Las limitaciones no se pueden corregir y, por lo tanto, es bueno asumirlas cuanto antes de la mejor manera posible. En cambio, los problemas sí hay que tratar de solucionarlos.

4. Todos juntos
Es fundamental que los padres se impliquen en la vida de sus hijos, que les provean seguridad y confianza, que les demuestren su aceptación incondicional, total y permanente, que les den afecto real y estable y que les muestren la coherencia de sus propias vidas.

Por otra parte, también es importante que sean capaces de corregir sus errores demostrando querer a las personas. Para esto, lo más acertado es decir ‘eso que has hecho está mal’ en vez de decir ‘eres malo’. Procurar juzgar los hechos, jamás a las personas.

La máxima: Vivir la propia verdad
Todo lo expuesto se resume finalmente en que la clave para una sana autovaloración tiene que ver con aprender a vivir la propia verdad. Esto implica conocerse, valorarse, saber lo que se hace bien o mal y no encasillarse con etiquetas lapidarias. Los padres deben ayudar a sus hijos en el autoconocimiento y en la aceptación de su realidad. Y, por su parte, los adultos deben también estar atentos a su propia verdad.

Por ejemplo, pensemos en una madre que por gritarle a sus hijos siente que cumple mal su rol y tiene su “autoestima” de madre muy baja. Sin embargo, con ese pensamiento se crean limitantes tremendas, pues se concluye con una generalización tajante que es mala madre.

Cuando, por el contrario, se vive la propia verdad, se es capaz de evaluar lo que se hace mal, pero también lo que se hace bien, se priorizan las acciones que se quieren desarrollar y se mejora en lo que efectivamente hay que mejorar.

Siguiendo con el ejemplo, la madre podría decir: “Lo que quiero con mis hijos, lo que más me importa, es mantener una actitud cercana. Qué pasó: Les grité, no estuvo bien, pero cuando tienen pena, soy capaz de acompañarlos por 17 horas seguidas hasta hacerlos olvidarla…” En otras palabras, decir “me equivoqué en esto” es distinto a decir “soy una mala mamá”, pues la primera alternativa no encasilla y permite mejorar.

Ojo con la sobrevaloración
¿Qué sucede cuando la autestima es alta, la persona se evalúa bien, pero por acciones cuestionables? Un ejemplo: el top del curso que domina la situación, es el líder, todos lo admiran, pero es burlón y egoísta. ¿Qué hacer cuando la autoestima se basa sobre acciones no adecuadas?

El autoconocimiento, así como es clave para levantar la autovaloración, también es fundamental para no caer en los excesos y falsos autohalagos. La autoestima crece con la debida educación moral, es decir, enseñando a los hijos a distinguir entre lo esencial y lo accidental, entre la verdad y la mentira, entre el bien y el mal. La autoestima debe ser alta porque se apoya en la dignidad de la persona y en el hecho de saberse querido incondicionalmente.

Adaptado del artículo de Magdalena Pulido de la revista Hacer Familia Chile

niñito con manitos multicolores

octubre 25, 2010

Padres exhaustos, hijos hiperprotegidos

El exceso de proteccionismo sobre los hijos está creando una generación de padres exhaustos que han de ingeniárselas para llegar a todo. Da la impresión de que educar bien a un hijo es llenar cada minuto de su tiempo libre.

Hace unos años, en las escuelas de Estados Unidos triunfó el concepto de los “padres helicóptero”, llamados así porque se lanzaban en picada al mínimo problema. Bastaba que un chico se presentara en casa con una mala nota, un arañazo o una cara larga para que los padres aterrizasen en el colegio a pedir explicaciones. Pese a su buena voluntad, lo cierto es que los “padres helicóptero” llegaron a ser muy temidos por los docentes.

Algunos se han rebelado contra el exceso de proteccionismo, buscando fomentar la creatividad de los chicos, incluso con actividades de riesgo. A continuación les presentamos un video en el que Gevert Tulley, fundador de "Tinkering School”, presenta algunas de las 50 cosas peligrosas que debiéramos dejar a los niños hacer. Él es autor de ese libro, en el que presenta con tono de provocación algunas alternativas de ocio a la televisión y los videojuegos. Los títulos de los capítulos son deliberadamente provocativos: “Fabrica un explosivo”, “Súbete a un tejado”, “Aprende a jugar con fuego”. Al libro no le faltan ideas disparatadas. Pero, al menos, tiene el mérito de poner el dedo en una de las llagas contemporáneas: la obsesión por la seguridad y por evitar a los hijos cualquier mal rato.

 

El culto al niño
La preocupación por los niños roza la histeria. Muchos padres tratan a sus hijos como si fueran diosecillos. Los miman a cuerpo de rey, alimentan cuidadosamente sus egos, los llevan de aquí para allá en Volvos repletos de dispositivos de seguridad…

En el pasado la diversión era un asunto que debían resolver los niños y sus pares y sin duda surgían genialidades que se han perdido por la tecnología que entrega la diversión hecha. Se podían fabricar deslumbrantes pelucas con las hojas de los árboles, vestir al gato, improvisar casas-club con cualquier objeto, inventar mundos de fantasía con los muebles de la casa o la plantas del jardín. Otras veces, simplemente pelear era la entretención del día.

Ahora los padres se dedican a cuidar de sus hijos como locos. Además de acabar exhaustos, esa dedicación no es valorada como tal por los hijos. Lo que las generaciones anteriores veían como un maravilloso privilegio –que los adultos te hagan caso, que se preocupen por ti, que te apoyen–, los “niños modernos” lo ven como derechos innegociables. Y así es difícil agradecer las cosas.

La protección razonable
Cuando se habla sobre los excesos de la hiperprotección, cabe el riesgo de pasarse al extremo contrario: la indiferencia olímpica. No se trata de eso. La prudencia llevará a discernir, en cada caso, lo que de verdad representa una amenaza para los hijos y lo que no lo es.

No deja de ser una imprudencia, por ejemplo, dejar a un niño o a un adolescente que pasen un fin de semana en casa de otro amigo sin enterarse antes del plan (real) que van a hacer o si los padres van a estar en casa. Lo cual exigirá, en la mayoría de los casos, una breve llamada a los padres del amigo anfitrión.

También es razonable enterarse de lo que hacen los hijos en Internet. Además de establecer filtros, los expertos recomiendan a los padres que supervisen el empleo que hacen los niños de las redes sociales. En la misma línea, es útil aconsejarles que no faciliten datos personales ni difundan sus fotos por la red.

La televisión es otro campo para ejercitar una protección razonable de acuerdo a los efectos que puede producir en el comportamiento de niños y adolescentes. Muchas instituciones ya han desaconsejado que haya aparatos de televisión en las habitaciones de los niños.

Algunos pueden pensar que estas medidas son exageradas, que es preferible que los chicos tengan autonomía suficiente para experimentar y equivocarse, también en estos ámbitos. Así, aprenderán a discernir lo bueno de lo malo, lo conveniente de lo que no lo es.

Cuando se trata de proteger a los hijos, hay que saber que hay ámbitos donde los padres tendrán que implicarse más y otros en los que habrán de quitarse de en medio.

Contra la sexualización
Esta es una de las ideas para proteger a los niños de la creciente oleada de contenidos sexuales en la televisión o en la red. Es muy difícil impedir que los niños tropiecen de pronto con reclamos eróticos. Lo que sí es posible es adoptar medidas concretas para ayudar a los padres a proteger a sus hijos en este terreno.

Los adultos debieran ser capaces de garantizar que sus hijos viven de verdad la infancia, sin estar expuestos desde pequeños a una innecesaria e inapropiada publicidad ni a la sexualización.

Adaptado del artículo de Juan Meseguer Velasco de www.aceprensa.com

octubre 17, 2010

¡No le entra en la cabeza!

Un niño pasa horas frente a su cuaderno, horas estudiando, horas repitiendo y no es capaz de retener la materia… ¿Qué pasa con la memoria? ¿Cómo se puede mejorar?

Una madre le enseña a su hija de nueve años las palabras de vocabulario que están en su cuaderno y debe aprenderlas. Alzar: levantar. Fiar: asegurar. Minuto seguido le pide a la niña que conteste: ¿qué es alzar?, ¿qué es fiar? Pero no hay respuesta. La mamá se desespera y le dice: “Pero si te lo acabo de decir”. Después de otros varios intentos y, con angustia, la madre no entiende por qué le cuesta tanto a la niña metérselo en la cabeza. Sus notas son buenas, al parecer no hay déficit atencional. Entonces, ¿qué pasa con la memoria? ¿Por qué es incapaz de retener con facilidad? ¿Qué factores inciden en esta capacidad?

Una cadena compleja
Desde un punto de vista genérico, la memoria es lo que nos permite fijar, conservar y reproducir las imágenes de objetos, pensamientos, o sentimientos, sin necesidad de que estén presentes. La memoria no camina sola, sino que va ligada a otras funciones y factores que la determinan. Para poder memorizar, la cadena es la siguiente: primero tiene que haber atención, luego repetición, codificación, almacenamiento y aprendizaje. Y para que este camino sea exitoso hay muchos factores que son fundamentales:

• La atención:
Puede ser que al niño le cueste memorizar porque no es capaz de poner suficiente atención. La mayoría de las veces este problema es en un grado menor y se va regulando a medida que crecen. Son niños que tienen un ritmo un poco más lento; con ellos, los profesores deben usar métodos y estrategias adecuadas.

• Relacionar fonética y semánticamente los contenidos que se están aprendiendo.
Cuando los niños son chicos tienden a memorizar palabras por asociaciones fonéticas, es decir, porque su sonido se parece a otro que conocen mejor. Luego, a medida que van creciendo, son capaces de hacer asociaciones semánticas, es decir, relacionan los significados de distintas palabras para poder retenerlas.

Sin embargo, justamente en este paso, los niños muchas veces fallan y tienen problemas en el proceso de memorización porque se pierde la conexión directa con lo vivencial, con lo que ellos conocen y viven a diario. Si tengo que memorizar cosas que están en relación a mi entorno, a mi existencia, a mi vida, es probable que lo haga con toda facilidad. De esta manera, es fundamental que los educadores hagan familiares y más cercanos los contenidos escolares.

• Buena base lingüística:
Para memorizar, el niño debe comprender el lenguaje. No se saca nada con hacer que un alumno repita mil veces una frase si no la entiende. Por esta razón es importante ver qué nivel de desarrollo del lenguaje hay.

Las dificultades de esta área que se relacionan con la dificultad para memorizar, tienen que ver con problemas de audición y de comprensión y con el arsenal de vocabulario que maneje.

• El afecto:
Otro gran elemento a la hora de memorizar es el componente emocional, pues éste puede provocar una serie de interferencias en el aprendizaje. Cuando un niño aprende, no sólo está escuchando el texto sino que además está escuchando el tono, la entonación, está viendo el gesto de quien se lo enseña. Así, por ejemplo, si la profesora o la mamá le dice al niño: “ya pues, rápido, cuál es el significado” o, “qué pavo eres, cómo todavía no lo aprendes”, probablemente el niño se bloquee, pues siente la intención de quien le está enseñando, más que lo que de verdad es importante. De hecho, muchas veces el educador o la mamá sienten tan obvia la respuesta, que dan un énfasis que confunde y seguramente hacen al niño equivocarse.

¿Qué hacer?
Es fundamental hacer un análisis de cómo se encuentran o se han desarrollado cada uno de los pilares antes mencionados. Ver cómo está la capacidad de atención, el lenguaje y también los afectos que rodean al aprendizaje. Si, por ejemplo, la mamá reconoce que pierde la paciencia al ayudar a su hijo con las tareas, es mejor que delegue esta función en otra persona. O si hay un problema de atención, es fundamental cuando el niño se siente a estudiar que no haya ningún distractor. Es decir, ni TV, ni hermanos jugando, ni comida, ni teléfonos sonando.

Luego, es posible aplicar técnicas que pueden favorecer la memorización:

(1) Volver a leer lo aprendido en clase dentro de las 24 horas siguientes
Puede que los niños entiendan lo que se les ha dicho en clase, pero si dejan pasar más de 48 horas sin volver a leerlo, lo más probable es que se les olvide. Por el contrario, si durante ese mismo día se repasa, la materia se almacena y al volver a leerla en varios días más, inmediatamente se recuerda.

(2) Leer la materia interrogando al texto
Acostumbrar a los niños a leer la materia en forma interactiva, es decir, la idea es que después de un párrafo ellos mismos se autopregunten y piensen qué leyeron. De esta manera ellos se incorporan activamente en la materia y se les hace mucho más fácil la comprensión. Si, por el contrario se lee en forma automática y simplemente se repite y repite, es muy poco probable que recuerden lo leído.

(3) Utilizar distintos elementos para la memorización
No todos memorizamos de la misma forma. Hay personas que usan más el texto, el lenguaje, la palabra y otros usan más la imagen. Lo importante es ir viendo cómo utilizar ambas cosas. También es útil hacer dibujos que acompañen el texto, inventar música o un ritmo, cuando se trata de un listado de palabras. Inventar una historia o jugar con los conceptos que se están aprendiendo. Todo eso ayuda, pues no sólo se aprende con el lenguaje.

Consejos para ayudar a los niños a aprovechar su memoria:
• Procurar que no estén cansados cuando se pongan a estudiar.
• Ayudarles a relacionar lo nuevo que han aprendido con lo que ya saben.
• Asegurarse que entienden la materia, luego estimularlos a que la memoricen.
• Crearles el hábito de repasar todas las materias clase a clase.
• Enseñarles a desplegar todos los sentidos para memorizar (hablar, oír, ver, escribir).

 

Adaptado del artículo de Magdalena Pulido de la revista Hacer Familia Chile

 

octubre 11, 2010

Ser responsable

Hablar de responsabilidades en niños que recién cursan los primeros años de colegio no es precipitado, siempre que lo que se les exija sea acorde a lo que son capaces de dar.

Probablemente lo hacemos inconscientemente, pero frente a un mundo que a veces nos parece tan amenazante, intentamos ahorrarle problemas a los niños todo el tiempo. ¿Responsabilidades? Ya tendrá de sobra en el futuro. Por ahora, dejémoslos ser niños.

Sin embargo, a los 6 años ya están insertos en un sistema, el escolar, que les irá exigiendo cada vez más. Para enseñarles a hacerse cargo de sus actos, padres y profesores deben tener en mente los ejes centrales de esa virtud.

1. Hábitos asentados

La responsabilidad está ligada a la formación de hábitos, que deben ser adquiridos en la etapa pre-escolar. Se comienza con pequeñas tareas y rutinas: en la casa, comer y vestirse solos; en el colegio, ser capaces de dejar la mochila donde corresponde.

A medida que crecen, aumenta en ellos el sentido de estos actos, adquiriendo mayor significado y profundidad. De esa manera se les enseña progresivamente que sus acciones tienen consecuencias, positivas o negativas, y que deben responder por ellas.

En esta etapa, sin embargo, los padres suelen confundirse sobre qué exigir y qué no. Por otra parte, muchas veces la respuesta a ciertas demandas que hacen a sus hijos es negativa, por lo que no saben si se trata de flojera, irresponsabilidad o si simplemente les pidieron algo que estaba sobre sus capacidades.

Tranquiliza saber que hay cosas que sí son capaces de entender los niños. Por ejemplo, que tienen un horario para levantarse y acostarse, para realizar sus tareas, para comer, para jugar. Aun así, no es fácil establecer una clara distinción entre flojera e irresponsabilidad, pero cuando un niño logra internalizar los hábitos y hacerlos parte de su vida cotidiana, ‘funciona’ con ellos de manera espontánea. A quien nunca se le ha exigido en ello, lo más probable es que se queje de estar cansado, a la espera de que alguien tome la iniciativa y resuelva por él.

Por ello, uno de los grandes errores a evitar es socorrerlos continuamente, especialmente en materia escolar, pues esa actitud atenta contra el sentido de responsabilidad que se les intenta enseñar. Cuando intentan solucionarles todo sin darles espacio a la reflexión, cuando se hacen cargo ellos de las tareas en vez de sólo mediar para un buen resultado, y sobre todo, cuando no conversamos con ellos de lo que les pasa en el colegio, pues es en esas conversaciones de lo cotidiano donde como adultos podemos ir ejemplificando el sentido de la responsabilidad en todo ámbito.

2. Conciencia

Algunos niños tienen un sentido de responsabilidad por naturaleza muy desarrollado. Son serios, cumplidores, y no por haber decidido conscientemente que quieren serlo, sino porque les nace ser así. Pero no son la mayoría. Los padres son los llamados a crear en sus hijos conciencia de que son capaces de asumir las consecuencias de sus actos.

Para conseguirlo, deben partir por ejercer bien su autoridad: como es de suponer, la primera responsabilidad de un niño consiste en cumplir adecuadamente con lo que sus padres le ordenan. Entonces, la obediencia sería la clave.

Pero una cosa es cumplir, y otra es cumplir bien. Por ejemplo, una mamá que pide a su hijo poner la ropa en el closet: el niño puede “tirar” todo adentro o puede guardarlo ordenadamente. La persona responsable se centra en la intención y no está limitada por las reglas que expresan un mínimo.

El ejemplo del adulto en ese sentido es fundamental. Cuando los padres tienen actitudes responsables, permiten que sus niños las imiten e incorporen como parte de su vida cotidiana. Y es que una de las desviaciones más típicas de la responsabilidad que se da sobre todo en niños pequeños es el recurrir a excusas para justificar el no cumplimiento de una indicación. Por eso es tan importante explicarles que es mejor cargar con las consecuencias de sus faltas que intentar engañar a los demás y a ellos mismos.

En concreto, entre primero y cuarto básico los niños debieran ser capaces de:

• Hacer sus tareas.
• Preparar su mochila y ropa del día.
• Asumir pequeñas responsabilidades que le pidan sus padres o profesores: hacer su cama, dejar su banco ordenado, borrar el pizarrón, etc.

La responsabilidad podría resumirse en:

• asumir las consecuencias de los propios actos
• rendir cuentas ante uno mismo, ante los demás y ante Dios
• obedecer, sin que ello suponga un acto pasivo, sino un acto operativo de compromiso.

Adaptado del artículo de Pía Orellana de la revista Hacer Familia Chile

 

octubre 05, 2010

La obediencia

¿Cómo hacer para que los hijos te obedezcan?

Quienes hasta ahora acataban órdenes porque sí, muestran atisbos de indolencia y simplemente pueden decidir no cumplir con algunas consignas. Son niños en las puertas de la adolescencia: ¿cómo revalidar ante ellos la autoridad? ¿Cuánto sirven a estas alturas los premios y castigos?

Está claro, lograr que los hijos sigan todos los criterios educativos de los padres es un objetivo que no se improvisa de la noche a la mañana: papás y mamás deben haber ganado su autoridad desde que sus niños son pequeños, simplemente con el prestigio. Dicho en otras palabras, los niños siempre estarán mejor dispuestos a obedecer a quienes admiran.

Esta admiración se logra cuando no se pierde de vista que se está “al mando” de una familia a la que se le tiene un amor infinito. En un hogar es preciso que los adultos sepan inyectar las energías necesarias para que sus hijos crezcan como personas sólidas. Esto conlleva necesariamente saber mantener el ánimo sereno a pesar de las dificultades, soportar las molestias sin perder la paz, saber esperar resultados no inmediatos, servir de apoyo y dar criterios válidos y permanentes.

La razón de ser

Para todo lo anterior, sin duda, los padres deben establecer qué es lo que sí y no se les permitirá a los hijos, por qué se mantendrán ciertas reglas y cómo se sancionará a los “infractores”.

Hay que tener en cuenta que en la vida del día a día, los padres están constantemente dando señales de sanciones no intencionadas, de estímulos o reproches que, sin ánimo expreso de premiar o castigar, efectúan con los hijos. Una sonrisa, un gesto de aprobación, una mirada comprensiva, el oído atento, son formas imperceptibles pero eficaces para alentar conductas determinadas. Así como una mueca, un movimiento negativo de la mano, una mirada dura, sirven para desalentarlo.

Es más, en la diaria convivencia familiar los hijos debieran percibir con claridad lo que a sus padres realmente les importa y dan valor, aquello que les alegra o entristece, lo que les hace sonreír o enojar, lo que los deja indiferentes. Por esto mismo, hay que tener muy presente que los castigos o los premios son recursos extraordinarios, deben ser de uso esporádico y carecen de sentido si constantemente se recurre a ellos para reforzar o modificar conductas.

La “inflación” de castigos hace que el hijo sancionado se vuelva inmune y no les dé importancia. Así como también los excesos en premios hacen que los hijos esperen que toda acción sea reconocida.

La política de sanción es efectiva cuando…

• Se tiene conciencia de que los premios y castigos tienen relación con la educación de las virtudes, es decir, con la idea de formar a los hijos para que sean sinceros, respetuosos, generosos.
• Se conoce muy bien a los hijos: con esto se les exige de acuerdo a lo que realmente ellos pueden dar de sí.
• Se castiga el hecho o la falta, pero jamás el ser de los hijos. Es muy distinto decir: “has hecho esto mal” que “eres un mentiroso”.
• Hay proporción entre la sanción y la conducta sancionada. No se deben matar mosquitos con balas de cañón, ni dar algo desmedido por un esfuerzo normal. Un buen ejemplo: limpiar lo que ensució.
• Se cuida el prestigio de los hijos delante de los hermanos, amigos y parientes. Hay que pedir ayuda a quien la pueda dar y no desahogarse por necesidad de alivio personal.
• No se reta de memoria: las faltas que carecen de importancia más vale pasarlas por alto. En cambio sí que hay que ser muy constante en la exigencia de lo que realmente importa.
• Se evita la coacción afectiva con frases como “me haces sufrir” o “cómo me puedes hacer esto”. Las faltas de los hijos no deben considerarse como ofensas a los padres. Actuar “contra” los hijos por orgullo herido es lo peor. La autoridad es serena y apacible, evita la severidad innecesaria que puede producir una sumisión aparente y una probable rebeldía.
• Se cuidan las promesas y amenazas. Si éstas no se cumplen, los padres pierden credibilidad. Es recomendable no describir todas las catástrofes posibles que sucederán a una falta. La idea es crear un sentimiento de responsabilidad en los hijos y no de culpabilidad.
• Se concede un tiempo razonable, generalmente más largo de lo que se presupuesta, de mejora. Dejar atrás un defecto o un mal hábito no es sencillo y requiere de un plazo prolongado. Hay que tener paciencia. De hecho, si después de realizar esfuerzos hay fracasos, el hijo no debe ser tratado con rigor. Más vale ayudarle y animar a recomenzar.
• No se vuelve sobre faltas pasadas. Recordarle a los hijos lo que han hecho mal durante toda su vida da la impresión que los padres tienen un prontuario de sus malas acciones que no ayuda en nada. Lo que ya se ha castigado o perdonado, no debe ser revivido, ya que desanima y frustra.
• Hay coherencia entre lo que los padres exigen y hacen. Sin el ejemplo que avala lo que se le pide a los hijos, las palabras pierden todo su valor. Educar es autoeducarse.

Por Magdalena Pulido (de la revista Hacer Familia Chile)

 

septiembre 20, 2010

¡Yo puedo!

Crecer es muy difícil. Hay que tomar lo bueno y evitar lo malo en lo que nos rodea y todo esto sin tener idea de si lo estamos haciendo lo mejor que podemos. Tenemos algunas guías, como nuestros padres, profesores, amigos e incluso algunos desconocidos que tocan nuestras vidas sin darse cuenta.

Caeremos muchas veces, en las que sentiremos que fallamos, que perdimos oportunidades o que los demás están mejor preparados para seguir adelante. ¡pero eso está bien! Sólo debemos procurar no rendirnos jamás. La constancia hace al maestro y quien falla muchas veces es, sin duda, el que más aprende.

Los invitamos a ver un video sobre esa frase que todos debemos llevar grabada en nuestras mentes: ¡Yo puedo!

Y no solamente levantarse tras cada caída. Déjate bailar libremente, a tu propio estilo, pues nunca sabes quién está mirando y puedes ser tú una influencia positiva para otro. Entonces, además de perseguir lo que queremos, hagámoslo con toda la seguridad de que lo estamos haciendo bien. El líder no es el que manda, sino el que influye en los demás.

septiembre 15, 2010

Enséñame…

Una educación de calidad, libre y gratuita, es derecho inalienable de los niños, niñas y adolescentes. Tal educación debe habilitarlos para tener una inserción laboral adecuada, armonizar la vida familiar con la laboral, contar con niveles adecuados de destrezas y conocimientos, ejercer sus derechos ciudadanos, continuar estudios superiores y adaptarse a sociedades de aprendizaje permanente.

Sin embargo, no es fácil acotar el significado y las dimensiones de la calidad de la educación. No es tan simple como dar el mejor esfuerzo y conformarse con un “es lo que hay”.

Los dejamos con un video al respecto, una carta de un niño a su profesor, en la que le pide que le enseñe a aprender y a pensar, con cariño y sin humillarlo. ¡Disfrútenlo!

 

septiembre 06, 2010

Sí tiene sentido

Cierto día estaba caminando por la playa y reparé en un hombre que se agachaba a cada momento, recogía algo de la arena y lo lanzaba al mar. Hacía lo mismo una y otra vez. Tan pronto como me aproximé me di cuenta de que lo que el hombre agarraba eran estrellas de mar que las olas depositaban en la arena, y una a una las arrojaba de nuevo al mar.

Intrigado, le pregunté sobre lo que estaba haciendo, a lo cual respondió:

- Estoy lanzando estas estrellas de mar nuevamente al océano. Como ves, la marea ha bajado y estas estrellas han quedado en la orilla. Si no las arrojo al mar morirán aquí por la falta de agua.

- Entiendo - le dije - pero debe haber miles de estrellas de mar sobre la playa. No puedes lanzarlas a todas. Son demasiadas. Y quizá no te des cuenta de que esto sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa. ¿No estás haciendo algo que no tiene sentido?

El hombre sonrió, se inclinó y tomó una estrella, y mientras la lanzaba de vuelta al mar me respondió:

- Para esta estrella, sí tiene sentido.

Los voluntarios del SPB no alcanzan para trabajan con todos los niños que pudieran tener algún problema o sufran alguna necesidad. Realmente, no vamos a salvar el mundo con lo que hacemos, pero para los niños del colegio Manuel Rodríguez, para esos poquitos, sí tiene sentido. Y esto es lo único importante.

Por Sofía Andrade H.

 

agosto 17, 2010

Día del niño = ¿amor en cuotas?

“En esta semana se celebrará el Día del Niño. Muchos podrán decir que es una de las tantas fiestas de consumismo que dignamente quieren reactivar el comercio. En esta oportunidad no lo veo así. Lo veo más como un homenaje a estos pequeños seres que siempre han tenido, y tendrán, una principal relevancia en nuestras vidas.” (CNN Chile)

Busco en Google información con respecto al día del niño y los titulares que más destacan son con respecto a descuentos en comida, ropa, juguetes, etc.

Para muchos el Día del Niño; así como el Día de la Madre, del Padre, Navidad, etc. son sólo una excusa inventada por las cadenas comerciales para así fomentar el consumismo, que hoy en día está bastante alejado de la necesidad. El Día del Niño podría ser más que un día de consumismo, un día de regalos baratos; con esto me quiero referir a un juguete que quizás no sirve en lo absoluto para un niño que no pasa con sus padres en toda la semana.

El Día del Niño tiene sus inicios en el 20 de noviembre de 1959 cuando la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos del Niño, con el fin de reafirmar sus derechos universales y sugerir a todos los gobiernos que celebraran el "Día del Niño" en la fecha y forma que cada uno de ellos estimase conveniente. En Chile este día se celebra el segundo domingo del mes de agosto.

Muchos padres; y niños también, no le dan el sentido verdadero al Día del Niño. ¿Qué será más importante para un niño que conoce el verdadero sentido de un día como éste? Personalmente, mis padres trabajaban cuando yo era niña y lo único que quería para mis cumpleaños, Día del Niño, navidades o fechas importantes, era que estuvieran ahí conmigo (y siempre fue así, nunca me sentí desplazada por el trabajo de ninguno de ellos), no soy una persona materialista y creo que en gran medida se debe a que mis padres me lo inculcaron, me enseñaron el valor del tiempo, de aprovechar cada segundo que podía pasar con ellos y siempre me demostraron que no había nada más importante que yo.

Creo que todo niño espera lo mismo de un padre, al final, el Día del Niño es un día más y depende exclusivamente de los adultos enseñarles a nuestros niños que la unión familiar es mucho más importante que un juguete que con el tiempo se rompe, una comida que al final del día y con sus mentes frágiles ni se acuerdan de lo que almorzaron, o que una prenda de ropa; los niños crecen tan rápido que en un par de meses ya ni le queda buena.

Los niños siempre sacan lo mejor; pero también lo peor de las personas. Son como unas esponjas que todo lo absorben, por eso mismo si creemos verdaderamente en que ellos son el futuro de nuestro país, de nuestro mundo. Debemos mostrarles lo mejor de nosotros, entregar lo mejor de cada uno para que mañana ellos puedan entregar cosas positivas.

No creo que el Día del Niño sea un día de amor en cuotas, no en mi caso, porque los adultos que me rodean siempre me dieron amor, todos los días y lo siguen haciendo, pero qué pasa con los niños que no tienen cerca a adultos como los que a mi me rodearon. Pienso y siento que es ahí donde entramos nosotros. Lo mejor para un niño es ser niño, ser feliz, pero no pueden solos, nadie es lo suficientemente bueno para estar solo. Entregar tiempo no cuesta tanto. Dejémonos de gastar el tiempo comprando regalos inútiles y aprovechemos a nuestros niños.

Los invito a ver un spot del estado mexicano de Durango respecto al valor del tiempo.

María José Adasme
Voluntaria SPB

 

julio 25, 2010

Inicio Actividades II Semestre

¡Ya estamos de vuelta! Las pilas están cargadas y comenzaremos con todo este nuevo semestre con las actividades del taller. Lo primero será reunirnos para evaluar lo que fue la primera mitad del año y fijar metas, así que atentos a sus correos para más información.

Queremos también invitar a todos los interesados en participar, a escribirnos a spb.voluntarios@gmail.com y hacerse parte de nuestro proyecto. A modo de motivación Macarena Molina, voluntaria veterana del taller, nos cuenta qué hace un voluntario del SPB.

CÓMO ES UNA SESIÓN CON NUESTROS NIÑOS

A veces un tío le puede contar a alguien cómo funciona el taller, cómo se realiza una sesión, cómo son los niños, etc. y puede dar un montón de características de cómo se desarrolla el taller en general, pero nunca se puede expresar tan bien como la vivencia de la experiencia misma.

Todo comienza con la llegada al colegio y la cálida recepción de los niños, que cuando pones un pie en la sala o golpeas la puerta para entrar aparece la euforia incomparable de estos pequeñitos, felices porque llegaron sus tíos bakanes a trabajar y jugar con ellos y a hacer cosas distintas a las que realizan a diario. Luego, se les comenta el tema que se va a realizar y la actividad complementaria, en este caso particular, vamos a contarles una de las sesiones realizadas sobre Autoestima y Autoconocimiento.

Se les explicó lo que significaba el tema del día en palabras simples y comprensibles para ellos ya que, en nuestro caso, los niños son de primero básico. Se les explicó que tenían que dibujar en una hoja cómo se veían ellos en la vida, que dibujaran con quién les gustaba estar, lo que les gustaba hacer y cosas que los representaran, para que después todos comentáramos por qué nos habíamos dibujado así y qué significaba para ellos su dibujo, de modo de que los tíos y los compañeros pudiéramos conocerlos un poco más.

Al principio es difícil que todos empiecen a trabajar, porque aparecen las personalidades tímidas y cohibidas de que no quieren dibujar, de que no saben cómo dibujar y que todo les da vergüenza... y ahí entra el trabajo profundo de los tíos. Nosotros tenemos que orientarlos y darles ese empujoncito para que entiendan que no importa quién dibuje bonito o quién sea el mejor, sino que puedan, a través de las herramientas que les entregamos, expresar lo que se les está pidiendo.

Y es así como ayudándolos a dibujar o con un simple "sentémonos juntos a dibujar, yo te ayudo", es como los niños sacan esas sonrisas escondidas y las ganas de participar con los tíos, ya que se sienten queridos y entendidos. Y es así como en su mundo pequeñito sacan y sacan ideas de lo que quieren dibujar y le piden ayuda y consejos a los tíos.

Finalmente, luego de que todos los niños terminan, se realizó un círculo y cada niño tuvo que contarle al resto de sus compañeros y tíos qué era lo que habían dibujado y por qué.

A continuación se presenta un video del círculo que se hizo con los niños en la sesión, donde nos cuentan sobre sus dibujos y donde se muestra de manera concreta todo lo antes contado, que no tiene comparación alguna con lo que se vive. ¡Es la ternura en su punto máximo! ¡Miren, miren!

 

julio 10, 2010

Problemas a Escala Infantil

El dinero, los estudios, la salud, entre otros, son temas en los que los niños no se preocupan mayormente por el grado de compresión del mundo que logran alcanzar a su edad. Están más preocupados de pasarlo bien, de su entorno inmediato, de comer rico y de estar siempre cerca de algún familiar.

Es por eso que no resulta trivial comprender cómo lidian con problemas como la muerte, las relaciones entre los adultos, un cambio de casa, y demás cosas que rompen el equilibrio que con mucho trabajo y en el tiempo logran armar en sus propias vidas.

Pero esos son casos bastante más aislados que los problemas reales que ellos enfrentan día a día y que como adultos debemos entender para ayudarlos 'en su escala'. Estos son, por ejemplo: el miedo a los perros, a bañarse, a los monstruos debajo de la cama o en el clóset, a estar herido o sentirse perdido, a la oscuridad, a los ruidos fuertes o discusiones de adultos.

Los miedos de los niños dependen de su nivel de ansiedad, sus experiencias y la imaginación. Para que podamos prepararlos mejor emocionalmente para enfrentar esos miedos, entregamos algunos consejos:

  • Evitar los sermones. No es útil ridiculizarlos, ignorarlos o usar la lógica. Piensa en tu propia infancia y en cuántas veces escuchamos cosas como “no existe tal cosa como un monstruo”, “te portas como un bebé”, “no hay leones en muchos kilómetros de distancia” o “es un lindo perrito, no te hará nada”. ¿Alguna de esas afirmaciones nos hizo sentir mejor?

  • Aceptar cómo válidos los miedos que tienen. Apoyarlos cada vez que sientan miedo, usando una actitud asertiva y palabras que les den seguridad. Está bien explicarles que los monstruos no viven en realidad bajo la cama, pero no esperes que el niño te lo crea.

  • Mostrarles cómo enfrentar los miedos. Eso les da una sensación de control sobre el problema, como lo es respirar profundo, usar la imaginación para convertir el miedo en algo divertido o utilizar una linterna cerca de la cama en la noche. Leerles cuentos sobre situaciones atemorizantes puede ser de ayuda, pero sin forzar muchas situaciones de miedo al mismo tiempo. Una pequeña dosis a la vez es la mejor manera de superarlo.

Los invitamos ahora a revisar algunos videos, divertidos y a la vez enternecedores, sobre problemas 'a escala infantil'.

julio 01, 2010

Fin del Semestre

Este viernes 2 de julio cerraremos el semestre del taller con un paseo a patinar en hielo en el Parque Arauco y luego a jugar al Parque Araucano. Niños, voluntarios, profesores y apoderados demostrarán que pueden mantenerse en pie en la resbaladiza pista y luego compartiremos una colación y nos despediremos del semestre entre amigos.

Este semestre aprendimos muchas cosas, el taller creció más que nunca y se fortaleció, incluyendo personas geniales al equipo y robusteciendo el proyecto para que seamos el mejor aporte a los niños del colegio.

Esperamos con ansias el comienzo del II semestre, donde veremos muchas sorpresas. Atentos a las nuevas convocatorias de voluntarios.

¡GRACIAS A TODOS!

junio 26, 2010

Paternidad Responsable

QUINTA PARTE: EDUCAR CON EL EJEMPLO

Haz una lista de actividades que sueles hacer diariamente y te darás cuenta de que la mayoría de ellas son una costumbre y que no podrías abandonarlas fácilmente. A esas acciones que repetimos de la misma manera y en el mismo orden las llamamos hábitos.

Formar hábitos significa enseñar a los hijos a satisfacer sus necesidades de acuerdo con cierto orden y determinada organización. Para formar hábitos hay que decidir y fijar con anticipación la manera en que se harán las cosas, el lugar y la hora. Los hábitos se forman por repetición, son como un lazo formado por varios hilos.

Si alguien realiza una acción sólo una vez, el hilo se corta muy fácilmente. Al repetirla durante una semana se precisa más fuerza para romper siete hilos juntos. Y después de tres meses, romper la cuerda le costará mucho trabajo. Así son los hábitos.

Los hábitos facilitan la vida pues no tenemos que pensar y decidir cada acción. Al principio, para establecer el hábito, necesitamos poner mucha atención, pero después hacemos las rutinas de manera natural, sin esfuerzo. Hacer algunas cosas por costumbre, nos permite utilizar la energía en actividades más interesantes, divertidas y creativas.

Cuando se vive inmerso en las ocupaciones laborales, la presión económica, la tensión familiar, etc., nos acorralamos de tal forma que todo cuanto debemos realizar bien lo realizamos frecuentemente mal.

Es el caso de la formación de hábitos en la familia, no se puede habituar a los hijos en algo cuando no se ha podido realizar de manera personal. Necesariamente debemos habituarnos nosotros para poder invitar a hacer lo propio a los hijos. Si eres de los que al llegar a tu casa se sienta frente al televisor a ver el fútbol, no dudes que tus hijos harán exactamente lo mismo.

Cómo podrías llamarles la atención si no les ejemplificas o haces algo por ellos. Siéntate frente al televisor, acompañado de una buena cerveza, y tendremos por consecuencia a un futuros hijos que al llegar a su casa le exigirán a la mamá de comer, de beber y de todo cuanto esté al alcance de sus padres.

De esta forma, constantemente nos olvidamos de habituarnos nosotros mismos en algo y queremos que nuestros hijos lo hagan, cuando no hemos sido ejemplo para ellos.

 

junio 23, 2010

Paternidad Responsable

CUARTA PARTE: HACER VIDA FAMILIAR

Si eres de los que acostumbran pasear por el campo, en los parques, en los jardines, ir al cine, a cenar, a pasear con la familia, ¡felicidades!, los niños siempre necesitan de un día de sano esparcimiento con sus padres. De esta forma se demuestra el gran cariño e interés por los hijos y esos momentos de felicidad y armonía familiar quedan marcados para siempre en la memoria de los pequeños.

Y si eres de los que no hacen el intento de pasear con los hijos porque las múltiples ocupaciones no lo permiten, deja un poco el trabajo, ahora, y dedícales más tiempo. Es mejor ahora, porque por los momentos más maravillosos de la vida al lado de nuestras familias "vale la pena vivir".

Los niños pueden encontrar diversión en todo lo que hacen y también se trata de que aprendan a compartir con nosotros actividades diversas, sin necesidad de que cada instante esté dedicado a ellos.

Generalmente resulta más difícil organizarnos para un buen paseo con la familia que para organizarnos en el trabajo, pues pensar en lo que haremos en nuestro tiempo libre requiere de buena imaginación y creatividad. Qué curioso, ¿no les parece?

Las actividades en familia, a veces, causan tensión, enfado y hasta malos entendidos. Por eso es importante planearlas con cuidado, pues esos momentos serán recordados siempre.

Podrás tener miles de amigos, millones, pero tu familia siempre será tu familia”

A dad reads Bucket full of Dynasaurs see attached story from Booktime

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continuará con…

PATERNIDAD RESPONSABLE – QUINTA PARTE: EDUCAR CON EL EJEMPLO

junio 20, 2010

Paternidad Responsable

TERCERA PARTE: UN QUIEBRE EN LA FAMILIA

Antes de separarse la pareja, es importante hablar con los hijos sobre esta decisión. Habrá que decir lo más claro posible, con explicaciones sencillas, que ya no podrán vivir juntos en la misma casa.

Si es posible, resulta mucho mejor hacerlo juntos. Insistir en que los hijos no son responsables de las decisiones tomadas ayuda en mucho. Que la determinación no se debe a nada que hayan provocado es necesario decirlo, pues casi siempre una separación se da después de épocas de tensiones y conflictos en los que irremediablemente los hijos han estado muy cerca y pueden llegar a sentir que ellos son culpables de alguna forma.

Es común que los niños piensen que si los padres se separaron, seguramente fue por algo que hicieron sin querer, como el no jugar con sus hermanitos, no querer hacer un mandado, no poder sacar excelentes calificaciones, no hacer la tarea, etc. Necesariamente habrá que quitarles esa idea. Para el futuro puede causarles graves conflictos internos de los que, aún cuando la pareja vuelva a reunirse, no es fácil sacarlos adelante.

Una de las cosas más difíciles para los padres que se separan es la posibilidad de comunicarse. Sin embargo, por difícil que parezca, cuando ambos están en buena disposición es posible separar los problemas de pareja con los acuerdos que tienen que ver con sus hijos. Por más importantes que sean los motivos que cada cual tuvo para edificar una separación y por muy molestos que estén, los hijos jamás podrán hacer distinción entre ellos: a los dos se les quiere igual, por que una es la mamá y el otro es el papá y ambos son igualmente importantes y queridos para ellos.

Es muy natural que los niños estén inconformes, desganados, enojados o tristes. A veces no podrán concentrarse y, de hecho, les será difícil hacerlo. Sueñan despiertos o se muestran inexpresivos y reservados. Se sienten abandonados por el que se fue y temen que el otro también los deje en algún momento. Están pendientes de su regreso del trabajo y temen que un día ya no vuelva. Por más doloroso que parezca se debe dar la oportunidad a los niños de expresar lo que sienten y piensan, que tengan espacio para hablar sobre sus dudas o temores.

Es importante propiciar visitas a familiares, amistades y conocidos de los niños a fin de que se sientan en confianza y envueltos en el cariño que, aunque no es el que quisieran les ayudará en mucho.

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continuará con…

PATERNIDAD RESPONSABLE – CUARTA PARTE: HACER VIDA FAMILIAR

junio 17, 2010

Paternidad Responsable

SEGUNDA PARTE: EDUCACIÓN SEXUAL

La educación sexual va mas allá de decirle al niño cómo nacen los bebés. Significa ayudarlo a ser consciente del sexo al que pertenece y a sentirse satisfecho con él. Que sepa que niños y niñas son igualmente valiosos como seres humanos y que, gracias a esa diferencia, se hace más completa y placentera la vida de todos.

Uno de cada diez padres se sienta ante sus hijos a explicarles qué es el sexo cuando estos comienzan a mostrarse inquietos respecto al tema. El resto sólo lo elude, se dicen ocupados, o simplemente no prestan atención a la pregunta y sienten que se mueren de vergüenza porque los chicos quieren saber respecto al sexo o a la sexualidad.

Muchos de los padres, sin embargo, reconocen su error cuando surge algún imprevisto relacionado con la sexualidad: el embarazo no deseado, la masturbación desmedida, la prostitución e incluso el aborto, son temas que después nos traen amargas consecuencias. No existe nada mejor que una buena información sexual desde la casa, y no esperar a que a los doce años busquen la información a la vuelta de la esquina y contada de otras formas.

Ciertamente, no podemos dejar la educación de los hijos en manos de desconocidos. Los profesores en alguna medida nos ayudan a educarlos, pero sólo en el conocimiento, nada más. No podemos dejarles a ellos o a ninguna otra persona el universo de la educación.

La educación sexual es ofrecerle a los hijos un modelo de pareja. El niño que ve a sus padres tratarse con cariño y respeto, solucionar sus enojos y conflictos sin agredirse, darse apoyo en distintas actividades y disfrutar la vida juntos, está aprendiendo lo fundamental de la relación entre un hombre y una mujer.

La educación sexual consiste en propiciar en el niño el conocimiento, cuidado y respeto por su propio cuerpo y el de los demás. Es natural que los niños en edad preescolar expresen interés en asuntos de tipo sexual. Nunca les demos una respuesta falsa que luego tengamos que desmentir.

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continuará con…

PATERNIDAD RESPONSABLE – TERCERA PARTE: UN QUIEBRE EN LA FAMILIA

junio 13, 2010

Paternidad Responsable

A partir de hoy y en cinco partes publicaremos una adaptación de un artículo sobre paternidad responsable escrito por José Manuel Equihua, periodista mexicano.

PRIMERA PARTE: PATERNIDAD RESPONSABLE

La paternidad responsable en la familia implica un acercamiento con los hijos desde la edad escolar, demostrando interés por ellos y por lo que hacen con simples preguntas como ¿qué has hecho?, ¿cómo te fue hoy en el colegio?, ¿a dónde vas a ir?, ¿con quién vas a salir?

Vivimos tan sumergidos en nuestras ocupaciones diarias, tan distraídos, tan tensos y estresados por mejorar nuestra condición económica que la mayoría de las veces no nos damos cuenta de cuando nuestros bebés han crecido. Muchos de estos chicos viven a expensas de caer en la vagancia, el pandillerismo y la deserción escolar y, posiblemente, se refugien de sus problemas en las drogas.

En casa solemos gritar más que hablar para comunicar algo, debido a las múltiples ocupaciones, preocupaciones, el estrés y la tensión del hogar que día a día vivimos. Lo más destructivo que puede hacerse a un hijo es ponerlo en medio de las peleas o discusiones de pareja. Usar a un hijo para herir a una pareja es algo que los lastima muchísimo más a ellos. Palabras como "lárgate de aquí, te pareces a tu madre" o "eres un terco, igualito a tu padre", empleando términos despectivos, sin duda, es algo que queda en sus mentes como un recuerdo negativo.

Lamentablemente los conflictos de la pareja, con frecuencia, se manifiestan en el manejo del dinero. Muchas veces se utiliza lo económico como medio de control o presión y los padres suelen entrar en una lucha de poder: "si no me das dinero no ves a los niños" o "si no me dejas ver a los niños, no te doy dinero". Estas situaciones hacen sufrir a los niños y los colocan “entre la espada y la pared”.

Procuremos verlos crecer y vivir con ellos cada etapa, formar parte de sus vivencias en la medida en que ellos quieran compartirlas, respetando su espacio y su identidad. Somos modelos de en lo que ellos algún día se convertirán y cae sobre nuestros hombros la responsabilidad de ser una influencia positiva y de formarlos como personas de bien.

Los invitamos a ver el video de la canción “No Basta”, de Franco De Vita, que hace una reflexión sobre la necesidad de ser parte de la vida de los hijos antes de que empiecen su propia vida. Letra de la canción aquí.

continuará con…

PATERNIDAD RESPONSABLE - SEGUNDA PARTE: EDUCACIÓN SEXUAL

junio 10, 2010

XII Feria Creación de Empresas

El próximo martes estaremos en la XII Feria Creación de Empresas promocionando las actividades del taller entre los universitarios que asistan. Para más información acerca del evento pinchen el flyer a continuación.

 

seudologo

mayo 27, 2010

Ponte de pie y únete a los caminantes

El sabio constantemente hacía cosas para el aprovechamiento de su alumno, y un día lo llamó:

- Vete a observar el mundo – dijo enigmáticamente.

El alumno dejó la casa del sabio y comenzó a viajar de pueblo en pueblo. Lo que más le impactó era la forma tan egoísta e inhumana en que se comportaban todas las personas. Sentía dentro de sí toda la desesperación del hambriento, la soledad del enfermo, la tristeza del abandonado. Su corazón estaba devastado. Le parecía que ya a nadie le importaba nadie; y su amargura creció grandemente.

Un día, caminando por un monte entre dos pueblos, vio sorprendido cómo una pequeña liebre le llevaba comida a un enorme tigre malherido, el cual no podía valerse por sí mismo. Le impresionó tanto, que regresó al siguiente día para ver si el comportamiento de la liebre era casual o habitual. Con enorme sorpresa pudo comprobar que la escena se repetía: la liebre dejaba un buen trozo de carne cerca del tigre.

Pasaron los días y la escena se repitió de un modo idéntico, hasta que el tigre recuperó las fuerzas y pudo buscar la comida por su propia cuenta. Admirado por la solidaridad y cooperación entre los animales, se dijo:

- No todo está perdido. Si los animales, que son inferiores a nosotros, son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo podemos hacer las personas.

Y decidió hacer un experimento. Se tiró al suelo al lado de un camino muy transitado, simulando que estaba enfermo, y se puso a esperar que pasara alguien y le ayudara. Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó en su ayuda. Se quedó así durante todo el otro día. Al anochecer ya no aguantaba su sed y hambre y abandonó el experimento. Se levantó y se fue a la casa del sabio, aun más decepcionado, en la convicción de que la humanidad no tenía el menor remedio. Llegó a la casa del Maestro y le contó su experimento, su decepción y su amargura.

- Pero ya tienes la solución, hijo mío; sólo que no la ves – dijo el sabio. – Entre la humanidad, los tigres sobran; lo que falta son las liebres.

La actitud pasiva del hombre supone que otros llevarán las soluciones necesarias a las penurias del mundo e incluso se victimiza y se une a la lista de necesitados, cuando lo que se necesita es que se ponga de pie y se una a las filas de los caminantes.

Todos los hombres estamos hechos del mismo barro, pero no del mismo molde