julio 29, 2011

El uso del tiempo

En la vida nos vemos enfrentados a un sinfín de obligaciones e intereses que queremos cumplir. Es difícil priorizar aquello que realmente debes hacer, en contraposición con las motivaciones intrínsecas que nos mueven como personas. Una opción siempre puede ser dejar cosas de lado, alivianar nuestra carga y quedarnos sólo con las obligaciones que socialmente son consideradas importantes, pero ¿qué pasa con el ser humano cuando deja de hacer aquellas cosas que realmente lo impulsan, lo motivan y generan esas ganas de seguir adelante?Una historia que le ha dado sentido a las ganas de continuar con cada uno de los compromisos adquiridos es la que leí hace algunos meses:

“Un profesor muestra a sus alumnos un gran recipiente de vidrio, parecido a una pecera, y les pregunta: ¿Está lleno o vacío? Todos contestan que está vacío.
Muy bien, responde el profesor y saca de una bolsa varias piedras grandes, que coloca dentro de la pecera hasta llenarla. Entonces pregunta a los alumnos: ¿Cómo está el recipiente ahora? Todos contestan al unísono que está lleno.

De otra bolsa extrae piedras muy pequeñas y comienza a deslizarlas por entre las rocas hasta que no cabe ninguna más. Entonces pregunta a sus alumnos: ¿Cómo está el recipiente ahora, lleno o vacío? La mayoría duda, algunos contestan que está lleno y otros que todavía está en parte vacío.

De otra bolsa, el profesor extrae arena y la hace deslizar por los pequeños espacios que quedan entre las piedras pequeñas hasta que no puede entrar un grano más.
Entonces vuelve a preguntar: ¿Cómo está el recipiente ahora? Todos sonríen. Algunos no se animan a contestar y la mayoría afirma que todavía no está lleno. Toma entonces una jarra de agua y la vierte dentro del recipiente hasta que no le entra una gota más.

Ahora, pregunta: ¿Cuál es el significado, el principio, la enseñanza de lo que acaban de ver? Movimientos, rumores, caras pensativas, dudas, hasta que un alumno levanta la mano y dice: la enseñanza es que no importa lo ocupados que estemos, lo sobrecargados de trabajo que nos pensemos o lo desbordados que nos sintamos, siempre hay lugar para hacer algo más. No, contestó categóricamente el profesor, la enseñanza es, las rocas primero.

Creo fervientemente que la explicación del niño es real, la lección es que sólo es necesario saber organizar nuestro tiempo priorizando las cargas más pesadas, y existirán aquellas que serán como el agua, transversal a todo, que desde mi punto le darán sentido a nuestro actuar. El tiempo y el amor por el servicio deben ser partes importantes en nuestras vidas

 

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