abril 27, 2011

La familia y el consumo de drogas

El consumo de drogas entre escolares remite inmediatamente a la familia, esté conformada por padre y madre o tenga ésta otro tipo de constitución. Lo importante, coincide con los estudios realizados por el Consejo Nacional de Control de Estupefaciente CONACE, ya que al hablar de prevención de drogas, 'el entorno afectivo' del hogar constituye el principal factor de resguardo. En ese contexto hablar con los hijos de las drogas y sus peligros resulta clave. Mientras más clara sea la información que les proporcione, ellos estarán más protegidos.

Sabemos que las adicciones siguen un itinerario común. Comienzan cuando un joven prueba una droga por novedad o “choreza”. Con el tiempo, si la utiliza de forma reiterada, llegará a recurrir a ella para enfrentar una situación dolorosa o estresante; el cerebro hará la conexión rápidamente con esa experiencia y en adelante la buscará para evitar el dolor o el nerviosismo. Después de un tiempo, cuando ya empieza a usarla sistemáticamente, va necesitando consumir cada vez más para obtener el mismo resultado y al final ni siquiera consume para conseguir el estado de antes, sino para ser normal.

Patricia, quien tiene 20 años y pudo superar una adicción, sabe que mejorar requiere de “la convicción de uno mismo, las ganas de mejorar por uno, no por agradar a los demás”. De acuerdo a su experiencia, “dependiendo de la droga, la gente es capaz de hacer cualquier cosa por reincidir; a la gente adicta a la pasta base por ejemplo, les dicen los angustiados porque sufren unos estados de angustia intolerables y harán cualquier cosa para calmarlos. Demoran cinco minutos en consumirla, el efecto es muy fuerte pero de corta duración por lo que tienen que consumir nuevamente”.

Según la psicóloga, experta en drogadicción, Selva Careaga, lo que hace más vulnerables a los adolescentes frente a las drogas son las presiones asociadas a su etapa de desarrollo. Están inconformes con su cuerpo, quieren ser más altos/as o delgados/as, o músculosos/as y, a la par, se les exige cumplir con estándares académicos desde el colegio y la casa, donde los padres aguardan ver cumplidas sus expectativas.

Pero además, agrega Careaga, “el adolescente tiene la necesidad de hacerse de grupos de pares, cosa que para algunos les resulta fácil, pero que a otros les demanda una cuota de esfuerzo, y se ponen temerosos, nerviosos. Cuando beben alcohol o ingieren drogas, se relajan y eso les facilita las cosas”.

Consumir drogas es también visto por los jóvenes como una manera de generar una identidad propia y poder diferenciarse de los adultos. La marihuana los hace sentirse más libres, la pasta base los hace sentirse “más bacanes”, y el alcohol les crea la impresión de que son grandes.

Selva Careaga enfatiza que no todos los jóvenes que prueban las drogas serán consumidores habituales de por vida. Las personas que lo hacen en la etapa adolescente conforman un porcentaje mucho mayor que las que se quedan en el consumo. Las estadísticas dicen que los que más drogas consumen son los jóvenes de entre 19 y 24 años; también indican que para disminuir esa cifra, la prevención debe iniciarse tempranamente en la etapa escolar.

Es frecuente que cuando los papás descubren que sus hijos consumen alguna droga, se alarman y creen que ya es un drogadicto. Sin embargo, a juicio de la especialista, es necesario reparar en que lo más seguro es que se trate de un consumo experimental y ocasional. Pese a ello, hay que tener claro cuándo el consumo puede volverse problemático. En ese caso, siempre va asociado a cambios de conducta, como:

*Problemas al interior de la familia.
*Tendencia al aislamiento.
*Su grupo de amigos es diferente y no lo presenta en la casa.
*Se va de la casa sin avisar.
*Sus notas bajan.

Factores de Prevención

Por el contrario, si el adolescente tiene un buen grupo de amigos, tiene un hogar que lo acoge, mantiene un rendimiento escolar estable y se desenvuelve bien socialmente, probablemente su nivel de protección es más amplio. Sin embargo, no quiere decir que no haya que prestarle atención. La actitud hacia el consumo debe ser de rechazo en general, acompañada de un proceso comunicacional, cercano, abierto, transparente, basado en hechos y no en datos alarmistas.

Otro factor a considerar, es la carga de “herencia” de consumo recibida de los padres, ya que muchos adolescentes que prueban drogas son hijos de padres que también consumieron sustancias en su adolescencia o que probablemente siguen consumiendo.

Es que cuando los padres transmiten la impresión a sus hijos de que en realidad el tema de las drogas no es tan complicado como dicen las autoridades, crean una situación de peligro. Además, si el hijo mayor consume drogas, es necesario poner especial atención a la influencia que pueda ocasionar en los menores.

El consumo temprano de tabaco y alcohol, hace más fácil la llegada de las drogas ilegales. Mientras más tarden los adolescentes en probar cualquier sustancia, mejor. En el caso del alcohol, el riesgo es mayor en las mujeres, debido a que tienen menor capacidad de metabolizar, por tanto la posibilidad de que las niñas generen un consumo abusivo de alcohol es más alta.

Los padres que saben en dónde y en qué están sus hijos, que se preocupan de ir a buscarlos a los “carretes”, demuestran cariño incondicional, dialogan y actúan en conjunto con otros padres están trabajando directamente en la protección de sus hijos.

Para ello se aconseja estableciendo ciertos acuerdos con los hijos, como definir los horarios de las fiestas, traslado de los niños, lugar donde se hacen las fiestas, posición respecto al consumo de alcohol, etc. Padres presentes y cercanos son el mejor defensor contra las drogas. Al contrario, padres lejanos y ausentes exponen a sus hijos a una mayor vulnerabilidad.


Adaptado de: http://www.educarchile.cl/Portal.Base/Web/VerContenido.aspx?ID=106607

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