agosto 19, 2012

¿Quieres cambiar el mundo?


Tengo una muy buena noticia para ti: cambiar el mundo es mucho más fácil y simple de lo que pensabas.

Para cambiar el mundo no es preciso ser un político poderoso, un multi-millonario, un activista conocido o un deportista con mucha fama y mucho dinero. Tampoco hace falta esperar años o tener mucha paciencia, ni hace falta tener una teoría revolucionaria, formar parte de alguna asociación o ser voluntario en una ONG ¡puedes empezar AHORA MISMO!



Un mundo mejor y más justo empieza con uno mismo. Son los pequeños gestos individuales los que marcan la diferencia. Si quieres cambiar el mundo, cambia a ti mismo.

· ¿Sueles perder la calma (y los modales!) cuando conduces tu auto?
· ¿Cuánto tiempo hace que has ofrecido ayuda a algún amigo voluntariamente?
· ¿Saludas a tus vecinos o tus compañeros por la mañana?
· ¿Reciclas en tu casa el papel, el vidrio, las pillas, el aceite, etc…?
· ¿Apoyas alguna causa benéfica?
· ¿Muestras tu agradecimiento por las cosas y las personas que tienes en tu vida?
· ¿Dices a las personas en tu alrededor cuanto las quieres?
· ¿Es tu costumbre invitar (compartir con) personas que tienen menos que tú?
· ¿Estás disponible para los demás, les dedicas tiempo?
· … etcétera

Son tús pequeños cambios y tús aportes individuales de cada día que hacen que el mundo cambie y que se viva un poco mejor. Lo que das, te lo das y lo que no das, te lo quitas. La gente alrededor tuya notarán estos pequeños cambios en ti y empezarán actuar de la misma manera… ¡cambiar el mundo es contagioso!

Cuento sobre un pequeño gesto individual que cambia el mundo:




Estrella de Mar 

 

Ramón iba caminando al atardecer por una playa desértica.
 Mientras caminaba, divisó a otro hombre a lo lejos. Al acercarse, notó que el hombre se agachaba constantemente, recogía algo y lo arrojaba al agua. Una y otra vez lanzaba cosas al océano. Cuando Ramón se acercó más todavía, vió que el hombre recogía estrellas de mar que se habían clavado en la playa y una por vez, las iba devolviendo al agua.

Ramón se acercó al hombre y le dijo:
- Buenas tardes.
- Siento mucha curiosidad.
- ¿Qué está haciendo?

 El hombre le respondió:
- Devuelvo estas estrellas de mar al océano.
- La marea está baja y todas estas estrellas quedaron en la costa.
- Si no las echo nuevamente al mar, se mueren aquí por falta de oxígeno.

 Ramón respondió:
- Ya entiendo.
- Pero ha de haber miles de estrellas de mar en esta playa.
- Es imposible agarrarlas a todas.
- Son demasiadas.
- Además, seguramente esto pasa en cientos de playas a lo largo de toda la costa.
- No se da cuenta que no cambia nada.

 El hombre sonrió, se agachó, levantó otra estrella de mar para arrojarla de nuevo al mar y respondió:
- ¡Para ésta estrella de mar, sí cambió algo!

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