octubre 11, 2010

Ser responsable

Hablar de responsabilidades en niños que recién cursan los primeros años de colegio no es precipitado, siempre que lo que se les exija sea acorde a lo que son capaces de dar.

Probablemente lo hacemos inconscientemente, pero frente a un mundo que a veces nos parece tan amenazante, intentamos ahorrarle problemas a los niños todo el tiempo. ¿Responsabilidades? Ya tendrá de sobra en el futuro. Por ahora, dejémoslos ser niños.

Sin embargo, a los 6 años ya están insertos en un sistema, el escolar, que les irá exigiendo cada vez más. Para enseñarles a hacerse cargo de sus actos, padres y profesores deben tener en mente los ejes centrales de esa virtud.

1. Hábitos asentados

La responsabilidad está ligada a la formación de hábitos, que deben ser adquiridos en la etapa pre-escolar. Se comienza con pequeñas tareas y rutinas: en la casa, comer y vestirse solos; en el colegio, ser capaces de dejar la mochila donde corresponde.

A medida que crecen, aumenta en ellos el sentido de estos actos, adquiriendo mayor significado y profundidad. De esa manera se les enseña progresivamente que sus acciones tienen consecuencias, positivas o negativas, y que deben responder por ellas.

En esta etapa, sin embargo, los padres suelen confundirse sobre qué exigir y qué no. Por otra parte, muchas veces la respuesta a ciertas demandas que hacen a sus hijos es negativa, por lo que no saben si se trata de flojera, irresponsabilidad o si simplemente les pidieron algo que estaba sobre sus capacidades.

Tranquiliza saber que hay cosas que sí son capaces de entender los niños. Por ejemplo, que tienen un horario para levantarse y acostarse, para realizar sus tareas, para comer, para jugar. Aun así, no es fácil establecer una clara distinción entre flojera e irresponsabilidad, pero cuando un niño logra internalizar los hábitos y hacerlos parte de su vida cotidiana, ‘funciona’ con ellos de manera espontánea. A quien nunca se le ha exigido en ello, lo más probable es que se queje de estar cansado, a la espera de que alguien tome la iniciativa y resuelva por él.

Por ello, uno de los grandes errores a evitar es socorrerlos continuamente, especialmente en materia escolar, pues esa actitud atenta contra el sentido de responsabilidad que se les intenta enseñar. Cuando intentan solucionarles todo sin darles espacio a la reflexión, cuando se hacen cargo ellos de las tareas en vez de sólo mediar para un buen resultado, y sobre todo, cuando no conversamos con ellos de lo que les pasa en el colegio, pues es en esas conversaciones de lo cotidiano donde como adultos podemos ir ejemplificando el sentido de la responsabilidad en todo ámbito.

2. Conciencia

Algunos niños tienen un sentido de responsabilidad por naturaleza muy desarrollado. Son serios, cumplidores, y no por haber decidido conscientemente que quieren serlo, sino porque les nace ser así. Pero no son la mayoría. Los padres son los llamados a crear en sus hijos conciencia de que son capaces de asumir las consecuencias de sus actos.

Para conseguirlo, deben partir por ejercer bien su autoridad: como es de suponer, la primera responsabilidad de un niño consiste en cumplir adecuadamente con lo que sus padres le ordenan. Entonces, la obediencia sería la clave.

Pero una cosa es cumplir, y otra es cumplir bien. Por ejemplo, una mamá que pide a su hijo poner la ropa en el closet: el niño puede “tirar” todo adentro o puede guardarlo ordenadamente. La persona responsable se centra en la intención y no está limitada por las reglas que expresan un mínimo.

El ejemplo del adulto en ese sentido es fundamental. Cuando los padres tienen actitudes responsables, permiten que sus niños las imiten e incorporen como parte de su vida cotidiana. Y es que una de las desviaciones más típicas de la responsabilidad que se da sobre todo en niños pequeños es el recurrir a excusas para justificar el no cumplimiento de una indicación. Por eso es tan importante explicarles que es mejor cargar con las consecuencias de sus faltas que intentar engañar a los demás y a ellos mismos.

En concreto, entre primero y cuarto básico los niños debieran ser capaces de:

• Hacer sus tareas.
• Preparar su mochila y ropa del día.
• Asumir pequeñas responsabilidades que le pidan sus padres o profesores: hacer su cama, dejar su banco ordenado, borrar el pizarrón, etc.

La responsabilidad podría resumirse en:

• asumir las consecuencias de los propios actos
• rendir cuentas ante uno mismo, ante los demás y ante Dios
• obedecer, sin que ello suponga un acto pasivo, sino un acto operativo de compromiso.

Adaptado del artículo de Pía Orellana de la revista Hacer Familia Chile

 

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