mayo 13, 2013

Madre e hija: relación compleja

Amor-odio, aceptación-rechazo, alejamiento-acercamiento, son sentimientos que caracterizan, con mayor o menor intensidad, al vínculo más profundo que existe en la vida de toda mujer, la relación con su madre.

La idolatramos de niñas, la aborrecemos en la pubertad, nuestra enemiga en la adolescencia y, si todo marchó más o menos bien, la comprendemos y valoramos de adultas, acercándonos más a ella.

Pero el tiempo pasa y llega el momento de preguntarnos: ¿qué sucede cuando se es madre? En la mayoría de los casos, cuando ha habido una buena relación, ésta se estrecha aún más, es un momento de acercamiento y de reencuentro, nos damos cuenta de la complejidad que representa “hacer” personas, criar seres humanos. Sin embargo, una mala relación ocasiona un daño muchas veces irreparable.


Las mujeres construimos en dicha relación nuestro “yo” y nuestra identidad femenina. Por ello, cuando la madre muere y la hija teniendo aún los 15 años y en donde no hubo una figura fuerte sustituta, queda un agujero en el alma. Sin embargo, hay sucesos que aparentemente no son tan trágicos y que pueden ser tan funestos como la pérdida de la madre.

La psicóloga Inés Arribillaga, que, entre las diversas actividades que realiza, trabaja talleres de madres e hijas, nos plantea diversas situaciones, a las que por cierto llama “malas historias”:

a) El abandono, la ausencia o la indiferencia de la madre en forma permanente.
b) La competencia constante con la hija.
c) La intromisión constante en la vida de la hija.
d) La descalificación.


Revisemos cada una de ellas:

El abandono, la ausencia o la indiferencia de la madre en forma permanente, el olvido de sus obligaciones o el descuido impiden que se dé la “simbiosis” natural de la hija con la madre; es decir, el vínculo de intimidad, de confianza básica, de desvanecimiento de los límites personales en las primeras etapas del desarrollo humano. Gracias a ella, existe posteriormente diferenciación e individualización.

La competencia constante con la hija, el compararse siempre con ella y demostrarle que es más inteligente, más deseable o más bella, según sea el valor que predomine en el otorgamiento del poder; reclamos incesantes, ataques a la felicidad de la hija, planteos de rivalidad con el padre, entre otros, provocan que se establezca desde la madre una polaridad de buena-mala que prevalece a lo largo de toda la relación, desencadenándose la envidia y los celos entre ambas.

La intromisión constante en la vida de la hija se da debido a que la “simbiosis” no se rompe y no se tolera que la hija cuestione o rompa con la forma en que se da la relación. Las consecuencias son el infantilismo crónico, la inmadurez. Es la madre sobre protectora, solícita hasta el aturdimiento, la que todo resuelve, hasta la mínima dificultad, fóbica a todo lo nuevo (amistades, actividades fuera del entorno más cercano, ideas). Se “desvive” por su hija; no tiene vida propia y por ello vive la de la hija.

La descalificación, la crítica constante por exigencias desmedidas en diferentes áreas de desempeño (escolar, comportamiento, inteligencia, aptitudes, belleza, amistades, etc.), provocadas, la mayor parte de las veces, por la insuficiente valoración personal de la madre que se proyecta en la hija, atrofia la autoestima de la hija, haciéndola sentir insegura, poco valiosa.

Todos estos tipos de relaciones son inalienables; es decir, se dan en mayor o menor medida en el vínculo que se establece entre madre e hija; la intensidad o estereotipia de alguno de los rasgos, en el sentido de no poderlos reconocer y se impida la capacidad de cambio y evolución, hará más o menos saludable la relación.

Será más fácil lograr el equilibrio desarrollando nuestro sí mismo, ese sí mismo que se formó en el estrecho contacto con nuestra madre, con su amor y cuidados. La relación entre madre e hija puede ser una de las más hermosas que experimentemos en nuestra vida, y es una de las más intensas, profundas y complejas del ser humano.



María del Carmen García Maza
UAEM y FAAPAUAEM

No hay comentarios: