enero 21, 2012

La vocación de los niños

La palabra vocación deriva del latín “vocar” y quiere decir: “llamado a…”, este es un llamado que tiene que ver con lo interno de la persona, es personal, singular. Se relaciona con lo más genuino, por lo cual cuando de alguna manera “encontramos nuestra vocación”, seguramente en la ocupación, profesión o tarea que desarrollemos vamos a sentirnos bien, a disfrutarla, identificándonos con ella.

Frente a esto uno podría preguntarse: ¿entonces la vocación viene con uno, se nace con una vocación o se desarrolla?

Entendemos que la vocación se desarrolla, a través de un proceso que puede comenzar cuando nacemos y aún antes, donde se ponen en juego los deseos y expectativas (muchas veces no conscientes) que tienen los padres sobre sus hijos. Aquello que ellos mismos hubieran deseado, carreras u oficios que quedaron truncados, que por diversos motivos

También podemos encontrarnos con familias donde hay transmisiones (muchas veces generacionales) acerca de un trabajo u oficio, son los ejemplos de familias de profesionales o familias de comerciantes, o deportistas, donde ya existe un lugar asignado a priori para ese niño, el cual de alguna manera “debería” continuar esa tradición familiar. En este sentido la tarea del adolescente a la hora de definir su vocación necesitará confrontar sus propios deseos con las expectativas familiares para que de ello surja lo más genuino de sí mismo.

¿Cuáles son los factores que intervienen en la identidad vocacional?

Entonces pensando este proceso vocacional y los factores que se ponen en juego en él, se va construyendo una identidad vocacional, que está vinculada a lo familiar pero que también se relaciona múltiples factores. Se construye también en la relación con el ambiente, con el contexto socio - económico, con las instituciones por las cuales el niño atraviesa (escuela, clubes, talleres de expresión, cursos), por las diferentes experiencias que va teniendo en ellas, los estímulos que recibe, todo lo cual le permitirá ir descubriendo a través del juego aquello que le gusta y que disfruta. Este proceso que se da en la niñez que se vincula más con lo vivencial y lo corporal que con lo pensado, se capitaliza en la adolescencia donde éste sí, se ve obligado a tomar una decisión que ya no pase por la experiencia en sí, sino que también integre la reflexión sobre sí mismo, su entorno, sus posibilidades, aptitudes. Es aquí donde muchas veces se recurre a un profesional que pueda acompañar y orientar en la toma de esta decisión.

En este punto es importante señalar que desde nuestra concepción, la orientación vocacional a la que apuntamos y desarrollamos en nuestros talleres con adolescentes, tienen que ver con un proceso reflexivo interno y que no se relaciona exclusivamente con la aplicación de técnicas “donde otro me diga que tengo que hacer, qué carrera elegir” como se cree muchas veces en el imaginario popular sino con una búsqueda personal, donde el técnico ayude a transitar dicho camino.

Profesiones

¿Cómo pueden contribuir los padres en la vocación de sus hijos?

Los papás son los primeros modelos y orientadores de sus hijos, ubicándolos en un rol de importancia, pudiendo habilitar u obturar las potencialidades de los niños.

Los padres pueden ir observando a través del juego creativo de sus hijos sus gustos, preferencias, intereses, que cosas disfruta más.

A partir de esta observación, poder estimularlos, incentivarlos, potenciando esa incipiente aptitud. Por ejemplo: si observamos un niño que disfruta mucho jugando en actividades plásticas, plasticina, pintura, dibujo, poder brindarles las herramientas necesarias para que lo siga desarrollando. En ocasiones podemos ver que el juego del niño no es creativo, sino que se torna repetitivo, estereotipado, no predomina la capacidad de disfrutar. Este podría ser síntoma de alguna situación conflictiva que está viviendo el niño, lo cual ameritaría realizar una consulta psicológica para destrabar esta situación.

También puede ocurrir que usted no encuentre o que en su hijo no esté tan claro lo que le gusta, entonces puede ofrecerle diferentes posibilidades, opciones para que pueda ir probando y encontrando aquellas que más le satisface. Con esto no queremos decir bombardear al niño con excesivas actividades, que se vuelvan exigencias; sino fomentar lo que se relaciona con la creatividad, le genera interés y donde se sienta feliz.

Encontrarán que sus hijos a lo largo de la infancia van a ir variando sus preferencias, van a jugar a muchas cosas y se van a identificar con distintos roles (hoy soy maestra, mañana albañil, doctor, plomero, astronauta); y lo importante de esto, es que se habiliten todas ellas y no creer que porque un niño de cinco años nos diga que va a ser “plomero o ingeniero” está definiendo su elección vocacional.

Aquí debemos poder pensar en qué es lo que “yo papá desearía que mi hijo hiciera” y separarme para poder dejarle el espacio y respetar “lo que él quiere ser”.

El desafío de los papás es poder aceptar al hijo tal como es, evitar confundirnos con él, no brindarle lo que nosotros quisimos y no tuvimos o lo que fue bueno para nosotros sin atender a cuales son sus propias necesidades y deseos.

Fuente: http://www.mundobebe.com/la-vocacion-en-los-ninos/notas_762/

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