enero 27, 2012

Los diez mandamientos de los padres

1. Amar y respetar a los hijos por lo que son y no por lo que los padres quieren que sean.

2. Permitirles la libertad necesaria para crecer, soñar, triunfar y también fracasar.

3. Crearles un hogar donde se sientan amados siempre.

4. Cuando los corrijan, dejarles saber que aunque no estén de acuerdo con lo que hicieron, no los han dejado de amar.

5. Informarles acerca a de los límites que no deberán sobrepasar y hacerles saber qué es lo que esperan de ellos, con eso se sentirán más seguros de sus actos.

6. Disfrutar al máximo de sus momentos juntos, tomando conciencia de cuán importante es ese sentimiento que los une.

7. Recordar siempre que ustedes son los padres y ellos los hijos, y no confundirlos con emociones y problemas para los que aún no están preparados.

8. Darles el valor suficiente para explorar la vida y sus múltiples posibilidades, guiándolos y enseñándolos a ser cautelosos más no temerosos.

9. Conservar su salud tanto física como espiritual, ya que esto se refleja en la felicidad de sus hijos.

10. Sean para sus hijos el tipo de padres que gustan de ganarse su cariño a través de ejemplos. Amorosos, justos, generosos, morales y atentos a todas sus necesidades. Mas nunca de los padres que desean obtener su amor a base de comprarlo en forma material o exigiéndoles su afecto.

Fuente: http://oscarylosdemas.blogspot.com/search/label/Fantas%C3%ADas

enero 21, 2012

La vocación de los niños

La palabra vocación deriva del latín “vocar” y quiere decir: “llamado a…”, este es un llamado que tiene que ver con lo interno de la persona, es personal, singular. Se relaciona con lo más genuino, por lo cual cuando de alguna manera “encontramos nuestra vocación”, seguramente en la ocupación, profesión o tarea que desarrollemos vamos a sentirnos bien, a disfrutarla, identificándonos con ella.

Frente a esto uno podría preguntarse: ¿entonces la vocación viene con uno, se nace con una vocación o se desarrolla?

Entendemos que la vocación se desarrolla, a través de un proceso que puede comenzar cuando nacemos y aún antes, donde se ponen en juego los deseos y expectativas (muchas veces no conscientes) que tienen los padres sobre sus hijos. Aquello que ellos mismos hubieran deseado, carreras u oficios que quedaron truncados, que por diversos motivos

También podemos encontrarnos con familias donde hay transmisiones (muchas veces generacionales) acerca de un trabajo u oficio, son los ejemplos de familias de profesionales o familias de comerciantes, o deportistas, donde ya existe un lugar asignado a priori para ese niño, el cual de alguna manera “debería” continuar esa tradición familiar. En este sentido la tarea del adolescente a la hora de definir su vocación necesitará confrontar sus propios deseos con las expectativas familiares para que de ello surja lo más genuino de sí mismo.

¿Cuáles son los factores que intervienen en la identidad vocacional?

Entonces pensando este proceso vocacional y los factores que se ponen en juego en él, se va construyendo una identidad vocacional, que está vinculada a lo familiar pero que también se relaciona múltiples factores. Se construye también en la relación con el ambiente, con el contexto socio - económico, con las instituciones por las cuales el niño atraviesa (escuela, clubes, talleres de expresión, cursos), por las diferentes experiencias que va teniendo en ellas, los estímulos que recibe, todo lo cual le permitirá ir descubriendo a través del juego aquello que le gusta y que disfruta. Este proceso que se da en la niñez que se vincula más con lo vivencial y lo corporal que con lo pensado, se capitaliza en la adolescencia donde éste sí, se ve obligado a tomar una decisión que ya no pase por la experiencia en sí, sino que también integre la reflexión sobre sí mismo, su entorno, sus posibilidades, aptitudes. Es aquí donde muchas veces se recurre a un profesional que pueda acompañar y orientar en la toma de esta decisión.

En este punto es importante señalar que desde nuestra concepción, la orientación vocacional a la que apuntamos y desarrollamos en nuestros talleres con adolescentes, tienen que ver con un proceso reflexivo interno y que no se relaciona exclusivamente con la aplicación de técnicas “donde otro me diga que tengo que hacer, qué carrera elegir” como se cree muchas veces en el imaginario popular sino con una búsqueda personal, donde el técnico ayude a transitar dicho camino.

Profesiones

¿Cómo pueden contribuir los padres en la vocación de sus hijos?

Los papás son los primeros modelos y orientadores de sus hijos, ubicándolos en un rol de importancia, pudiendo habilitar u obturar las potencialidades de los niños.

Los padres pueden ir observando a través del juego creativo de sus hijos sus gustos, preferencias, intereses, que cosas disfruta más.

A partir de esta observación, poder estimularlos, incentivarlos, potenciando esa incipiente aptitud. Por ejemplo: si observamos un niño que disfruta mucho jugando en actividades plásticas, plasticina, pintura, dibujo, poder brindarles las herramientas necesarias para que lo siga desarrollando. En ocasiones podemos ver que el juego del niño no es creativo, sino que se torna repetitivo, estereotipado, no predomina la capacidad de disfrutar. Este podría ser síntoma de alguna situación conflictiva que está viviendo el niño, lo cual ameritaría realizar una consulta psicológica para destrabar esta situación.

También puede ocurrir que usted no encuentre o que en su hijo no esté tan claro lo que le gusta, entonces puede ofrecerle diferentes posibilidades, opciones para que pueda ir probando y encontrando aquellas que más le satisface. Con esto no queremos decir bombardear al niño con excesivas actividades, que se vuelvan exigencias; sino fomentar lo que se relaciona con la creatividad, le genera interés y donde se sienta feliz.

Encontrarán que sus hijos a lo largo de la infancia van a ir variando sus preferencias, van a jugar a muchas cosas y se van a identificar con distintos roles (hoy soy maestra, mañana albañil, doctor, plomero, astronauta); y lo importante de esto, es que se habiliten todas ellas y no creer que porque un niño de cinco años nos diga que va a ser “plomero o ingeniero” está definiendo su elección vocacional.

Aquí debemos poder pensar en qué es lo que “yo papá desearía que mi hijo hiciera” y separarme para poder dejarle el espacio y respetar “lo que él quiere ser”.

El desafío de los papás es poder aceptar al hijo tal como es, evitar confundirnos con él, no brindarle lo que nosotros quisimos y no tuvimos o lo que fue bueno para nosotros sin atender a cuales son sus propias necesidades y deseos.

Fuente: http://www.mundobebe.com/la-vocacion-en-los-ninos/notas_762/

enero 14, 2012

La Extraña Pajarería

El señor Pajarian era un hombrecillo de cara simpática y sonriente que tenía una tienda de pajaritos. Era una pajarería muy especial, en la que todas las aves caminaban sueltas por cualquier lado sin escaparse, y los niños disfrutaban sus colores y sus cantos.

Tratando de saber cómo lo conseguía, el pequeño Nico se ocultó un día en una esquina de la tienda. Estuvo escondido hasta la hora del cierre, y luego siguió al pajarero hasta la trastienda.

Allí pudo ver cientos de huevos agrupados en pequeñas jaulas, cuidadosamente conservados. El señor Pajarian llegó hasta un grupito en el que los huevecillos comenzaban a moverse; no tardaron en abrirse, y de cada uno de ellos surgió un precioso ruiseñor.

Fue algo emocionante, Nico estaba como hechizado, pero entonces oyó la voz del señor Pajarian. Hablaba con cierto enfado y desprecio, y lo hacía dirigiéndose a los recién nacidos: "¡Ay, miserables pollos cantores... ni siquiera saben volar, menos mal que algo cantan aquí en la tienda!"- Repitió lo mismo muchas veces. Y al terminar, tomó los ruiseñores y los introdujo en una jaula estrecha y alargada, en la que sólo podían moverse hacia adelante y hacia atrás.

A continuación, sacó un grupito de petirrojos de una de sus jaulas alargadas. Los petirrojos, más creciditos, estaban en edad de echar a volar, y en cuanto se vieron libres, se pusieron a intentarlo. Sin embargo, el señor Pajarian había colocado un cristal suspendido a pocos centímetros de sus cabecitas, y todos los que pretendían volar se golpeaban en la cabeza y caían sobre la mesa. "¿Ven lo que les dije?" -repetía- " Sólo son unos pobres pollos que no pueden volar. Mejor será que se dediquen a cantar"...

El mismo trato se repitió de jaula en jaula, de pajarito en pajarito, hasta llegar a los mayores. El pajarero ni siquiera tuvo que hablarles: en su mirada triste y su andar torpe se notaba que estaban convencidos de no ser más que pollos cantores. Nico dejó escapar una lagrimita pensando en todas las veces que había disfrutado visitando la pajarería. Y se quedó allí, escondido, esperando que el señor Pajarian se marchara.

Esa noche, Nico no dejó de animar a los pajaritos diciendo: "¡Claro que pueden volar! ¡Son pájaros! ¡Y son estupendos! ", decía una y otra vez. Pero sólo recibió miradas tristes y resignadas, y algún que otro bello canto.

Nico no se dio por vencido, y la noche siguiente, y muchas otras más, volvió a esconderse para animar el espíritu de aquellos pobre pajarillos. Les hablaba, les cantaba, les silbaba, y les enseñaba innumerables libros y dibujos de pájaros voladores "¡Ánimo pequeños, seguro que pueden lograrlo! ¡Nunca han sido simples pollos torpes cantores!, ¡Ustedes pueden volar!", seguía diciendo.

Finalmente, mirando una de aquellas láminas, un pequeño canario se convenció de que él no podía ser un pollo torpe. Y tras unos pocos intentos, consiguió levantar el vuelo... ¡Aquella misma noche, cientos de pájaros se animaron a volar por vez primera! Y a la mañana siguiente, la tienda se convirtió en un caos de plumas y cantos alegres que duró tan sólo unos minutos, los que tardaron los pajarillos en escapar de allí.

Cuentan que después de aquello, a menudo podía verse a Nico rodeado de pájaros, y que sus agradecidos amiguitos nunca dejaron de acudir a animarle con sus alegres cantos.

“La autoestima debe fomentarse siempre, pues su falta es la razón de muchas personas que no llegan a mostrar todo su potencial.”

enero 06, 2012

Ojo con lo que enseñamos y mostramos a los niños

Desde siempre el racismo ha sido un problema grave en nuestra sociedad y cada día luchamos porque este disminuya, sin embargo, me sigo sorprendiendo por las cosas que veo y leo. Hace unos días atrás estaba revisando algunas páginas en internet y llegué a esta que me dejó con la boca abierta; unos investigadores mexicanos en contra del racismo realizaron un experimento donde sometieron a diferentes niños a mirar unos muñecos, uno de piel clara y otro de piel obscura, luego de observarlos les hacían preguntas como ¿Cuál es mejor?, ¿Cuál te gusta más? Y finalmente ¿a cuál te pareces más?, al ver el video de esa investigación comencé a cuestionarme las respuestas de los niños, sus argumentos y lo que ellos están aprendiendo de esta sociedad.

image

Los niños son seres que vienen al mundo con sus corazones limpios de maldad, sin embargo, enseñarles a ellos a tener una visión maliciosa del lugar donde vivimos, de la vecina que tenemos, del amigo con el que se juntan, de los compañeros de curso, de la persona que pide una moneda en la calle y de la persona discapacitada, va en aumento y es alarmante. No solo el racismo está en cuestión en estos momentos, sino que también la discriminación en sí, es un hecho que esto es como una pandemia y es muy difícil erradicarla, es doloroso ver como día a día surgen casos de este tipo: “blanco golpea a negro”, pero es más doloroso aún ver que los niños hacen ese tipo de diferencia “el blanco es bueno y el negro es malo”, “no me agrada su color de piel” y un centenar de afirmaciones como estas están enraizándose en la crianza de los pequeños. Sinceramente creo que somos una sociedad que cada día sorprende más con su involución, mientras unos luchamos por la igualdad otros se esmeran por hacer notar la diferencia y es así como los niños van aprendiendo y haciendo este tipo de calificaciones. Creo y me hago responsable de mis palabras que debemos mostrarles y hacer un mundo mejor para estos seres que están creciendo, siento que en la diferencia está la armonía de las cosas, que todos somos distintos y que eso es lo que está bien, que mientras existan valores la palabra “defecto” solo será una palabra y no será una calificación hacia alguien y menos por su aspecto, me preocupa que los niños califiquen a alguien de “malo” por su color de piel y no por su accionar.

Es por esta razón que hoy elegí escribir estas palabras, para que pongamos atención en lo que nosotros somos ante los niños, en lo que ellos ven día a día en las calles, televisión, revistas y en la gente, en cómo nos estamos comportando y en lo que estamos dejando como legado. Sí, somos nosotros los encargados de remediar nuestras acciones, es momento de poner en práctica los valores que todos nombramos y enseñarlos a estas personitas que vienen al mundo sonriendo, no dejemos que a las próximas generaciones se les anteponga el “de” y sigamos buscando la armonía, la unión y por sobre todo el respeto.

Cristina Céspedes Zavala.

P.D: Aquí está el video que me encontré, escuchen a los niños, vean sus respuestas, sobre todo a la última pregunta…

 

enero 01, 2012

La violencia entre hermanos

 

Las peleas son normales hasta que la agresividad y el maltrato se instalan como parte de la relación.

- "¿Por qué estás llorando?".
- "Es que él me pegó… ¡yo no hice nada!".
- "¿Cómo que no? ¡Tú también le pegaste!".
- "Es que no me deja ocupar el computador, pero mamá, ¡dile algo!".

El diálogo es habitual cuando los hermanos pelean entre sí, pero la violencia física no. Las discusiones entre hermanos no son malas, al contrario, forman parte de la relación entre pares e incluso, son necesarias.

La relación con los hermanos son como laboratorios de ensayo y error que te van a permitir aprender a compartir, ocupar un espacio, competir naturalmente por el cariño de los padres y marcar el lugar que se tiene en el mundo con los pares. Entre las actitudes negativas pero "normales" estén los celos cuando nace un hermano. Sin embargo, esos celos puede que se conviertan con los años, según la especialista, en rabias o agresividades contra el hermano o hermana menor, producto que la sensación de invisibilidad o rabia de un niño, no pudo ser reconocida por los padres, y por tanto no fue acogida.

Sin embargo, si hay conflictos al interior de la familia que se resuelven en forma agresiva y con descalificaciones por lo padres, los hijos solo estarán practicando lo que han visto. Aunque también se da el caso que padres no violentos instiguen a sus hijos a pegar. Los sistemas de hermanos, generalmente, reproducen la relación del sistema parental y conyugal y si se agreden, lo hacen por dos razones. La primera es porque imitan ese modo de relación y la otra, es porque quieren llamar la atención de sus padres lo cual estaría facilitando que la atención se centre en el conflicto filial y no en el conyugal. Por otra parte, lo alarmante será cuando esas agresiones dejen marcas físicas o se conviertan en una constante violencia psicológica, verbal, donde los indicios que eso está ocurriendo, será que el abusado estará más retraído, con miedo y se someterá fácilmente frente al otro. Para salir de esa situación, habrá que visualizar el problema sin emplear  justificaciones para entender estas conductas poco cariñosas.

 

Álex Valdés, El Mercurio

Desde pequeños

Cualquiera sea la edad de los hermanos habrá que dirigir y educar esa violencia, porque violento puede ser tirar el pelo de la mamá, darle una cachetada al perro o al hermano. Esas conductas hay que dirigirlas y no castigarlas o criticarlas, con una comunicación efectiva que impida realmente que esas furias salgan de esa manera. La  rabia es una emoción fundamental del ser humano y uno no puede impedir que se sienta porque es normal. El problema está cuando se expresa en forma agresiva y daña al otro. Cualquiera sea la falta deberá tener un "castigo" que impida futuras conducta similares.

Por ejemplo, hay que apartar al niño que está cometiendo abuso contra su hermano o hermana mayor o menor, para hablar con él y luego, que se disculpe, dar un abrazo, un beso. La idea es que entienda que cada vez que golpea, va a tener una sanción y va haber una reparación, como sucede en todos los daños que uno le hace a otro. De todas maneras, los padres no debieran meterse a zanjar los conflictos entre hermanos, pues los chicos desde los 6 a 7 años ya debieran saber llegar a un acuerdo, entender y plantear sus argumentos, siempre y cuando hayan tenido la formación al respecto. Los niños tienen que aprender a resolver sus problemas y los padres no se pueden abanderizar por ninguno. Más bien, deben actuar como mediadores y no como árbitros, impulsando la comunicación, la negociación y el entendimiento. Papá, mamá o quien esté al cuidado de los niños y adolescentes tendrá que educar, poniendo énfasis en el respeto hacia el otro, donde los "eres tonta", "guatón" o "feo" deben ser eliminados de los diálogos cotidianos. Y si hay rabia, desencanto o frustración habrá que enseñar, aprender, buscar ayuda para canalizar esas emociones y no hacerlo mediante el golpe, la agresión o el abuso.

Es importante que los padres eduquen e incentiven a sus hijos a aprender a controlar sus impulsos y emociones, el autocontrol y sobre todo a cómo enfrentar los conflictos, porque si no saben hacerlo se irán a lo más fácil, las peleas.

Adaptado del artículo “El peligro de la violencia entre hermanos”
publicado en El Mercurio el 19-dic-2011, escrito por Francisca Vargas V.